jueves, 25 de enero de 2018

São Paulo, museo a cielo abierto



Texto y fotos por: Marcel Márquez



São Paulo es una ciudad extrema en todo sentido. En relación a sus dimensiones y superficie es descomunal, donde coexisten más de 20 millones de habitantes, una densidad poblacional igual o mayor a la de cualquier otro país de Latinoamérica. Es la gran metrópoli de América del Sur y la tercera del continente, antecedida por Ciudad de México y Nueva York. Es la capital financiera y cultural del país, en donde todas las tendencias globales de vanguardia se hacen latentes en cada rincón de la ciudad. Pero esta gran ciudad deslumbrante ante los ojos de cualquier viajero, no escapa a las injusticias sociales, la exclusión y las miserias del resto del mundo. Por el contrario, São Paulo sufre una gran disparidad socioeconómica, con más de 2000 favelas que carecen de servicios públicos básicos.




El arte urbano es una de las expresiones con las cuales los jóvenes drenan la densa energía que genera esta megalópolis. Paredes, muros, techos, edificios completos, postes, tubos, teléfonos públicos, vallas, puertas, escaleras, suelos, cajas de electricidad o cualquier superficie que aguante color y creatividad se convertirá rápidamente en un formato de expresión artística. Esta cualidad, que mantiene una simbiosis entre el artista paulista con su entorno, ha convertido la ciudad de São Paulo en el gran museo a cielo abierto de Latinoamérica. En cada una de sus calles encuentras desde microformatos de arte urbano, como detalles en semáforos o teléfonos públicos, hasta macroformatos en edificios de más de diez pisos. Todas las calles tienen su propia colección de obras, cada barrio sus artistas y cada artista su identidad.





Nombres de reconocimiento mundial como Os Gemeos o Kobra dejan ver sus grandes formatos en muros y edificios de las principales avenidas de la ciudad. Otros artistas locales como Prozak, Boleta, Milo Tchais, Tarik, Ninguém Dorme, Sipros, Jerry Batista, Zumi y Digital Orgánico son símbolo de distintos barrios, dando vida con su obra a cada rincón de la ciudad. Es increíble la armonía que pueden generar en espacios de la ciudad estas manifestaciones que le ofrendan una trascendencia simbólica a espacios y materiales muertos y sin alma.




Vila Madalena


Vila Madalena es un barrio donde se mezcla el arte y la frivolidad snob en un mismo espacio. Puedes encontrar espectaculares tiendas de discos como Patuá, tiendas de accesorios para fumadores como Inca, café librerías, librerías independientes, macrolibrerías, un hostel tatto, tiendas de diseño, galerías de arte, bares con 101 cervezas artesanales locales, bares multiculturales como Nossa Cassa Confradia das Ideias y un universo de goce para sibaritas. También encuentras trampas del capitalismo verde como un restaurante que se llama Veganería o un supermercado orgánico donde un kilo de papa cuesta 600% más caro que en el mercadillo sabatino de cada barrio. Esa es Vila Madalena, una mezcla heterogénea y diversa donde cualquiera que visite sus calles va a encontrar su espacio. Así es São Paulo.

Además de ser reconocida por su diversidad cultural, la Vila Madalena es conocida por ser la cuna del arte urbano. Fue en este barrio donde se originó el graffiti en la ciudad. Y fue en la década del 80 cuando apareció en una pared de la rua Gonçalo Alfonso una imagen del hombre murciélago. Desde entonces comenzaron a llegar artistas de distintas zonas de la ciudad a pintar grandes formatos a lo largo de este callejón y bautizarlo más adelante con el nombre de Beco do Batman.




Si se baja por rua Harmonia, cuando llegas a la esquina de la rua Aspicuelta, empieza a sentirse una atmósfera de galería. A lo lejos se comienzan a ver colores por todas las paredes. Avanzando por Harmonia aparece una pared alada, donde los peatones hacen cola para fotografiarse simulando ser unos ángeles. A partir de este punto la armonía visual rinde honores al nombre de la rua. Si miramos a la derecha, el rostro de una mujer afrodescendiente con turbante y sosteniendo una vasija de barro se impone en una pared de unos seis metros de largo. Sobre las alas y los ángeles improvisados, aparece una pared de unos 15 metros de alto con una constelación de estrellas y un prisma colorido en el medio.





Todavía faltan varios metros para la entrada de Beco do Batman y, a cada paso, aparecen obras de arte en el concreto, edificios de dos y tres pisos, estacionamientos, tagüaras, postes de luz, todo se convierte en una superficie ideal para la expresión artística. Inclusive en la acera que hace frente a la entrada del callejón del hombre murciélago, se deja ver una galería donde el formato callejero pasa al tradicional cuadro enmarcado y colgado en la pared y algunos artistas mutan de héroes anónimos de esta metrópolis a estrellas visibles y cotizadas de la plástica paulista. Los precios son distintos según la obra y el artista en la galería A7ma, espacio dedicado exclusivamente al arte urbano.

Beco do Batman

Unos 50 metros antes de que llegue a su final rua Harmonia, entre dos bares tradicionales brasileros, decorados por artistas urbanos, aparece el portal que abre a la vista un universo cromático y figurativo donde el viaje puede durar horas para los admiradores del arte. Si vienes de rua Aspicuelta, que es el acceso más común, el recibimiento lo hace un teléfono público rosado con un pez de ojos grandes que dice “Liga pra dizer saudade” (llama para decir que te hace falta).






“Beco do Batman es lo que llaman un callejón sanitario, un callejón por donde pasa un desagüe subterráneo, por eso las fachadas de las casas no dan hacia el callejón sino a sus partes traseras. Por eso hacia adentro del callejón no había control policial ni de los vecinos, entonces el graffiti y la pichação fueron surgiendo naturalmente”, cuenta Prozak desde la galería Local Studio Arts”, ubicada en una de las casa que le dan la espalda a Beco do Batman. “Cuando era niño ya existía el callejón, pero era muy distinto, era muy oscuro, daba miedo pasar, la gente pasaba en carro”.






En otra conversación con Lauro, gerente de la galería Alma da Rua, nos contó dos versiones sobre los orígenes del callejón. La primera es la historia de un artista de esténcil de los años 80 que comenzó a pintar unos murciélagos en las paredes, que junto a la oscuridad del espacio generaban la atmósfera perfecta para el nombre que lleva desde entonces. La segunda es la más popular y es la que menciono más arriba.


Al entrar al Beco do Batman te reciben dos murales de gran tamaño y un suelo totalmente empedrado. El camino de varios metros viene acompañado de mucho color, creatividad, y turistas haciendo poses raras delante de los murales. Los fines de semana hay artistas vendiendo obras en formatos pequeños y portátiles y en la entrada toques de samba y un modesto soundsystem. Con suerte puedes encontrar artistas restaurando sus piezas o reinventándose sobre piezas viejas. Yo corrí con la suerte de encontrarme a Zumi y a Digital Orgánico creando nuevos trabajos para este 2018 sobre sus trabajos antiguos. Definitivamente el Beco es para ver y no para leer, así que dejo un link al álbum que quedó aparte de las fotos de este reportaje.


1 https://brasil.elpais.com/brasil/2017/01/18/politica/1484769932_342623.html. Gracias a Valentina Figuera Martínez por traducir este dato.








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