sábado, 16 de diciembre de 2017

La Seguridad Nacional: Una para Dios y Una para el Diablo (III)


Un documental engatillao

Por: Marcel Márquez

La casual y misteriosa aparición consecutiva de unos Lps de Documento de actitud firmados por sus integrantes en marcadores plateado y dorado, incubaron en mí el gusanillo de la curiosidad. Tuve, entonces, la ingenua idea de hacer un documental, una empresa que lleva por nombre una palabra con una carga semántica muy seria. Yo, muy ingenuo, pensé que con solo tener una idea se producía un documental, sin pensar que para eso se estudia y hay que transitar varias etapas de ensayo y error durante años.

Para no estrellarme sólo, convoqué a dos compañeros que sí estudiaron y transitaron etapas durante años en el terreno audiovisual; además, les gustaba la banda y por solidaridad (pienso yo) no querían ver naufragar a su amigo en los mares del desengaño creativo. El equipo estaba listo. Un argumento, equipos bastante limitados, pero que hacían el trabajo; buenos contacto




Sinopsis (Primer borrador 11/2016)

En noviembre del 2015, llega a mis manos un ejemplar del único disco de vinil editado por la banda La Seguridad nacional en 1991. Este LP convertido con los años en un objeto de culto para melómanos y coleccionistas, fue durante un largo tiempo codiciado por mi constante ambición de reunir piezas fonográficas de distintos géneros que han dejado huellas en mi formación musical y en mi vida.

La carátula de este LP tiene una particularidad: está autografiada en marcador color dorado dedicado a la persona que tuvo la amabilidad de cederme tan preciado fetiche para mi incurable melomanía. Justo un año después, en noviembre de 2016 asisto a un encuentro de coleccionistas entusiastas del vinil y la música en formatos físicos (cassettes, cds, dats, dvds), donde con orgullo exhibí uno de mis trofeos en 12” (doce pulgadas) más preciado. Muchos admiradores de la banda se me acercaron para ver si era real, hicieron preguntas y tomaron fotografías. Entonces apareció quien sería una posible pieza de un rompecabezas que días después me animaría a comenzar a armar por el mágico desarrollo de los acontecimientos. Una chica me dijo:“Tengo rato viendo tu disco y me llamó mucho la atención que esté autografiado con marcador dorado. Para verlo: ¡Ja! Justo tengo mi copia en casa firmada y dedicada por Gustavo, Cangrejo y Yatu con la misma fechacad y el mismo marcador”. Sonreimos, intercambiamos anécdotas y nos despedimos.

Al día siguiente camino a la feria del libro en Bellas Artes, me detengo en un puesto improvisado de venta de viniles y cds usados, como es costumbre para mí me detuve a diggear, y ¡zas! ¿Cuál es mi sorpresa? Aparece el mismo LP de La Seguridad Nacional (inconseguible desde el año 92) esta vez dedicado en marcador plateado al hermano del hombre que lo tenía en venta. “Ese disco no los regaló Yatu a mi hermano y a mí, si cualquiera de los dos se entera que lo estoy vendiendo se arrechan conmigo. Pero ¡Coño! La vaina está jodida”. Saqué el dinero de mi bolsillo que minutos antes tenía otro destino, pagué y me fui con una sonrisa dibujada en el rostro pensando en los tres héroes nacionales de la contracultura de este país.

Ya en mi cueva de melómano con el sistema de sonido a punto, el tocadiscos calibrado y la escobilla de fibra de carbono en mano, me dispuse a comprobar el estado del vinil; mientras repasaba por enésima vez la parte trasera de la portada donde aparecen las letras de las canciones, la dedicatoria y agradecimientos. Entre muchos otros hay cinco nombres que son la llave para reconstruir la historia de esta pieza histórica del rock nacional. Avadhuta Maharaj (maestro espiritual), Cayayo Troconis (hermano musical), Elmar Leal (ingeniero de sonido), Roland Streuli (fotógrafo) y Cangrejo (arte de la carátula). Así comienza este viaje con un ticket one way con fecha de salida y un retorno incierto.


Con esta breve sinopsis convoqué a César Vázquez y su compañera Indira Monzon. Nos reunimos en Bellas Artes, donde ellos en seguida comenzaron a aterrizar la idea a un lenguaje y un terreno audiovisual. Nos propusimos un lapso de tiempo para cada etapa, que por su puesto no cumplimos, y no por falta de ganas, sino más bien de recursos.

En el proceso de preproducción, la investigación ya estaba andando desde mucho antes, los contactos fueron surgiendo poco a poco. Una llamada a Gustavo Corma, una cita concretada con fecha y hora con Roland Streulli, conversaciones aisladas con cuarentones y cincuentones que vivieron la época intensamente o de retruque y, lo mejor de todo, la coincidencia de una feria de viniles donde se reunían muchos personajes ligados de alguna forma a la banda, por amistad, colegas musicales o fanáticos. Entonces arrancaba el viaje.

Rodaje

Como primera pauta tuvimos la feria de viniles. Nuestro objetivo era recoger testimonios con personajes de la época y principalmente realizar una entrevista con la dueña de uno de los discos autografiados, Anja Kreeft, una alemana encantadora que tiene toda su vida viviendo en Venezuela y aportando su energía a emprendimientos culturales alternativos. Anja tuvo una banda de punk en los 80, fue pionera de la cultura electrónica y los raves en Venezuela (aclaro y -léase bien- pionera), coproductora de la fiesta electrónica de Patanemo durante el eclipse solar del 98 y de las primeras fiestas electrónicas underground hasta principios de siglo, cuando todo el espíritu de aquellas reuniones se fue banalizando y siguió por una ruta agresivamente mercantilista.

Anja nos relata su vínculo con Documento de actitud, en una conversa muy relajada en el patio de una casa en Altamira. Al abordarla, preguntándole qué recordaba del día que le autografiaron el disco, la repuesta fue un contundente “no me acuerdo nada, eso está borrado”, seguido de una carcajada, algo totalmente comprensible tratándose de una anécdota que viajó en el tiempo y le pregunta tenía 25 años de delay. “En el 85 tuve una banda de punk que se llamó 'Cahos total'. A través de ese grupo conocí a todos los músicos de esa época (…) Después en los 90 yo compartí con mucha gente que nombran aquí en la parte de abajo [refiriéndose a la carátula del disco que sostenía en sus manos]. Íbamos mucho para Choroní, me acuerdo de una anécdota una vez que Gustavo se estaba bañando en el mar y se dio un golpe durísimo en la cabeza con una piedra, pero son muy fugaces los recuerdos de aquella época. Aquí en Caracas nos reuníamos en lo que era Cocos después el Divine, bueno y toda la selección de barcitos donde tocaban los grupos Desorden Público, Sentimiento Muerto, Zapato 3, fiestas privadas, casas abandonadas”. Así, Anja amablemente nos regaló su testimonio sobre la época en la que el disco Documento de actitud dejó un punto de quiebre en la historia del rock nacional.

Por su parte, Orleans Márquez, punk caraqueño vieja escuela, y Moisés Flores (Sofía Insomnia) coinciden en los relatos de historias que orbitaban alrededor de La Seguridad Nacional, en los que personajes como Buba, Juan Carlos Sendin (Priyananda) y su hermano Pablo, Mayantaka, entre muchos otros nombres de la escena punk de los 80. También coincidieron con lugares como el Carnaby de Sabana Grande, el Julius en Chacaito, L’antro, Mata de Coco y por su puesto el templo Krishna de Los Chaguaramos. La Ladilla de Karakas, Trance Nuance, Sentimiento Muerto y Zapato 3 fueron bandas que permanecían cercanas a La Seguridad Nacional, según nos contaron Orleans y Moisés. En otro testimonio, el periodista y promotor cultural Kelvin Malavé nos narró cómo estuvo horas en el concierto Iberoamericano de rock del año 91, con su ejemplar de Documento de actitud autografiado por la banda, casualmente con el mismo marcador dorado con el que habían sido firmados los otros.

Roland Streuli: De Lausana a Maripérez

























La cita fue en Maripérez, en su taller de fotografía desde hace más de 30 años, donde fotografió a Gustavo, Yatu y Cangrejo un día del año 1991. El mismo taller donde posarían desnudas las actrices Alicia Plaza, Tatiana Capote y la modelo Aguasanta, íconos de la voluptuosidad femenina de los años 80. Roland Streuli es una de esas excentricidades que el destino sorteó a Venezuela, como Gerry Weil o Vytas Brenner, es un europeo que se rindió a las bondades de nuestro país caribeño, un suizo de la ciudad de Lausana enamorado de la arepa, el mar de bahía de Cata, los teatros caraqueños y las bailarinas venezolanas. Roland es pionero en el arte de la fotografía para teatro, danza y ballet, y en la década de los 80 y los 90 uno de los fotógrafos más cotizados en el país a la hora de registrar imágenes para carátulas de discos.

Para Documento de actitud se solicitaron sus servicios como fotógrafo. En su taller, Roland nos contó la experiencia de esa fotografía que marcó la historia del rock and roll venezolano. La foto fue realizada justo en el espacio donde aparecen los tres discos autografiados, con una iluminación especial para teatro, “creando una atmósfera vampiresca, que era lo que me transmitían esos carajos”, comentó Streuli. “Yo, con el que más echaba vaina era con el flaco moreno de crespos, que estaba loco de bolas”, contó refiriéndose a Cangrejo.

En conversaciones distintas, con Gustavo Corma por teléfono, y Yatu en un concierto de él en el bar La Patana, ambos recordaron afectuosamente a Roland y le enviaron saludos.

Tengan La Seguridad que este no es el final


Tras las primeras entregas de este reportaje, hubo un feedback interesante de Gustavo Corma, quien, luego de agradecer por las letras en homenaje a su banda y catalogar la primera parte como “excelente”, dejó en los comentarios unas aclaratorias precisas sobre nombres y personalidades relacionadas con Avadhuta.


A Cangrejo, por su parte, el post en Facebook de la segunda parte le funcionó para concretar una cita con Moisés Flores y Kara Febles para entregarle unos dibujos, que días después publicó Moisés, mostrándonos una ilustración de altura del proyecto Sofía Insomnia.

Gustavo Montaño hizo un contacto por chat contándo los orígenes del logo de La Seguridad Nacional, así como anécdotas de su separación de la banda y sus largas conversaciones con Yatu en la puerta de entrada de la casa de Gustavo Corma.









Así termina -por ahora- este viaje fuera del tiempo por las entrañas del rock venezolano, dejando un documento para la historia del rock local y afianzando la actitud de una tribu transgresora e irreductible que camina por una cuerda tensa en diálogo constante con Dios y con el Diablo.

viernes, 8 de diciembre de 2017

La Seguridad Nacional: "Una para Dios y una para el Diablo" (II)


Documento de Actitud: Rock and roll dañado y callejero

Por: Marcel Márquez/ (II)

Documento de actitud es el nombre del único Lp editado de manera oficial de la banda La Seguridad Nacional. Fue prensado en formato vinyl 12” con una reproducción de entre 500 y 1.000 viniles, característica que lo convirtió de inmediato en un disco de culto dentro de la historia del rock iberoamericano. Es un disco orgánico en todo sentido, un disco con alma, desde la fotografía de la carátula, el arte y el diseño en general, la grabación, las composiciones, las letras y esencialmente su dedicatoria. Fue grabado y editado en 1991 de manera independiente, un emprendimiento bastante audaz y arriesgado para la época, cuando todavía la industria musical venezolana estaba controlada por dos grandes sellos discográficos. En todo sentido, Documento de actitud dejó un testimonio de la época en la cual fue grabado, y un primer impulso a una escena de rock alternativo que, durante toda la década, fue creciendo significativamente gracias a distintos circuitos, festivales y locales nocturnos que fueron consolidando un movimiento musical urbano y de vanguardia.

Dos de sus integrantes tienen autocríticas muy severas con relación a su única producción fonográfica. “A mi entender, Documento de actitud es uno de los discos más malos que he escuchado”, suelta Cangrejo justo antes de una carcajada cargada de sorna. Yatu, por su parte, cuando es interpelado por Kara Febles en una entrevista sobre su opinión de lo que dijo Cangrejo, sin tan si quiera tomar aire y de forma instantánea, responde: “Bueno, estoy de acuerdo con lo que dice el Can, ese es uno de los peores discos de nosotros, que fue el único que grabamos”, comentario seguido de una carcajada con la misma sorna de su compañero de banda.




La portada de Documento de actitud estéticamente representa la esencia de la época, el dark y el post punk de los 80 condensados en el inicio de una nueva era de fin de siglo, representa la oscuridad de esa temporada intensa que vivieron en su juventud los integrantes de la banda que comenzaban a enfrentarse al enigma de la “madurez” y que empezaban a explorar nuevos matices musicales. Es una fotografía en blanco y negro, que vista de frente nos muestra a Yatu a la izquierda, Cangrejo en el centro (un poco más arriba en relación a Yatu) y Gustavo Corma a la derecha en una posición espacial diferente entre la altura de Yatu y Cangrejo. Los tres tienen miradas intensas y profundas que, en un segundo, invitan al observador a conocer -si se atreve- lo que hay detrás de esos ojos que reflejan la vida de un borderline, fonánbulista que camina en la tensa cuerda que divide el bien y el mal.

El arte del disco es obra de Cangrejo en su totalidad. La paleta de colores es rojo y negro, tal vez intencionalmente o quizás casualidad, colores que identifican al anarquismo. Es un arte totalmente orgánico, pero a la vez exquisito y de alta factura. De haberse conocido Cangrejo y Jean-Michel Basquiat, el arte nos habría dejado una gran amistad histórica. La primera ilustración que nos encontramos al frente es la tipografía del nombre de la banda compuesta con una mezcla de elementos iconográficos del Shivaismo y la demonología. La “S” arranca con un tridente que bien podría ser el de Lord Shiva o el del diablo al que nos acostumbró la cultura occidental. Me inclino más por el de Lord Shiva, tomando en cuenta el vínculo directo de la banda con el hinduismo. La letra “E” es un tridente y a lo largo del título “Seguridad Nacional” se repiten las puntas filosas de este elemento iconográfico del dios hindú. La segunda “D” representa la luna de Shiva, que lo acompaña en la mayoría de sus imágenes sobre el lado superior derecho de su frente. Y las dos “I” están compuestas de un hueso y un cráneo o calavera, elementos característicos de los aghoris, monjes ascetas shivaistas o devotos del shaktismo que poseen una sensibilidad especial para comunicarse con entes pertenecientes a otros planos y dimensiones, especialmente con los muertos.

En la parte inferior de la portada se identifica el nombre del disco, Documento de actitud, de manera sencilla con letra corrida de color rojo y entre paréntesis. Quiero aclarar que mi interpretación es totalmente personal y subjetiva, no quiere decir que haya sido la intencionalidad de la banda ni de Cangrejo expresar a través de su arte lo que reflejo en mi análisis individual.



Seguimos con las ilustraciones, en la parte trasera de la carátula nos encontramos más elementos del shivaismo, los aghoris, y ahora sí, claramente de demonología; aparecen caricaturas de un par de demonios con sus respectivos cachos, todos estos elementos enmarcando el contenido del centro compuesto en su mayoría por letras. En todo el centro de la carátula aparece el espectacular logo de la banda, que es esa calavera con orejas de Micky Mouse que nos a perseguido a muchos desde la adolescencia. Y a partir del logo se despliega un crisol de imágenes y letras alrededor de toda la carátula donde van apareciendo dibujos alusivos a las letras de las canciones: dos soldados al lado del titulo del tema “G.I Joe”, una ilustración de Gustavo Corma al lado de despecho, una torta con un tridente en el medio y una ilustración de Saraswati en "Cumpleaños" y, en general, ilustraciones alusivas a la banda y las letras de las canciones.

En el lado A, en el centro del disco (la galleta), aparece la ilustración de una deidad que evoca las imágenes de Lord Shiva y Maha Kali en el mismo dibujo, las manos alzadas en postura de danza tandava, la luna creciente al lado de la cabeza, un collar de cráneos que forma parte de la iconografía de Kali, en la parte inferior izquierda (vista de frente la imagen) más elementos de Shiva como el tridente (trishula) y el tambor damaru, a la derecha una cobra, los mensajes "hare krshna" y "haribol" a ambos lados, y abajo en el centro la descripción de los tres temas de este lado del disco: 1. El despecho, 2. G.I Joe y 3. Cumpleaños. Todos estos detalles dentro de un circulo compuesto por el nombre de la banda en la parte superior, calaveras a los dos lados y en la parte inferior el mensaje “Rock and roll callejero independiente para ustedes”.



En el lado B, al centro, una ilustración con Cangrejo al medio, Yatu a la izquierda y Gustavo Corma a la derecha. Debajo de Cangrejo se lee “venta directa” y sobre sus cabezas ¡¡Nitae goura, haribol!! En la parte inferior, al centro, las canciones de ese lado B: 1. Chivo, 2. Me toca y 3. La danza de los demonios, seguido al final del mensaje “Rock and roll de la calle”. Todo esto al centro de un círculo conformado por el nombre de la banda en la parte superior, calaveras a los lados y en la parte inferior el mensaje “Dedicado a nuestro maestro espiritual Avadhuta Maharaj, Hare Kirshna”.

El disco tiene una dedicatoria especial: “Dedicamos este disco a Dios, ofrecemos nuestras respetuosas reverencias a nuestro amigo y guía Srila Avadhuta Maharaj. NITAE GOURA, HARE KRSHNA Y ¡¡HARI BOL!! A nuestros padres y madres”. Un año antes Avadhuta abandonaba su cuerpo y misión en este plano material.

En los agradecimientos aparecen personajes de la música como Abraham López (hermano de Yatu), “Cayayo x sus efectos Ibáñez y por facilitarme todo para hacer esta carátula realidad” (sic) y siguen apareciendo personajes como Elmar y Carmen Leal, fundadores del TAS (Taller de Arte Sonoro); Erika Tucker, reportera musical para la época y actualmente madre Shaktiananda. También aparecen amigos de los integrantes de la banda, personajes de la nocturnidad caraqueña de los 80 y 90, como Magaly de Oliveira, o personajes de la bohemia merideña, como el recién fallecido “Chino” Camargo. En uno de los espacios del universo en que se convierte la carátula entre tantas letras y dibujos, aparece “Concepto y arte de carátula: yo mismo, Cangrejo. Septiembre de 1991 en la casita, donde Cayayo”.

Lado A

1. El golpe seco de un acorde es el preludio a un grito desesperado que se lanza al vacío, sombras y oscuridad en las melodías hasta que aparece Gustavo Corma: “No puedo seguir así / todo a mi alrededor es un lamento / y es que no puedo seguir así / vivir sin ti es un solo tormento”, comienza el descenso a un estado depresivo y un despecho sin retorno. “Estoy cansado de pensar en ti / soñarte y no tenerte”, la obsesión por la perdida y la neurosis de querer cambiar el pasado se hacen latentes. “La vida se me escapa / se me va y tu no estás presente”, aparece el miedo a la minusvalía por la ausencia de un amor perdido. “Nada me interesa / en este maldito lugar todo molesta”, la apatía, el aislamiento van progresando ante la confusión. “Con nadie quiero hablar / tengo el sonido de tu voz en mi cabeza”, el aislamiento es la opción para librar esa batalla masoquista entre el ego y el dolor del rechazo. Sigue la letra con un par de versos más, hasta que llegamos al clímax de la desesperación donde el vacío del abismo empieza a tornarse muy oscuro, negro, donde la comunicación con entes del más allá se vuelve más clara que con la realidad turbia que hay alrededor.


Seguramente hay muchas noches de insomnio, aguardiente y alcaloides varios, entonces el despecho se convierte en un estado meditativo donde se enfrenta y se exorciza el ego para quemarlo y que renazca de las cenizas. “Quisiera desaparecer / salir de aquí o borrarte de mi mente / pero nada puedo hacer / quererte así me llevará a la muerte”. Cuando aparece como opción abandonar el cuerpo, la opción viene acompañada de una sensación de bienestar, anunciando que todo está pasando y que realmente hubo una pequeña muerte, necesaria para continuar.

2. Una marcha, un riff de guitarra y un redoble de tambor como impulso para un contundente “Present arms”, seguido de un breve coro “G.I Joe / G.I Joe” dan inicio a un post punk psicodélico, si es que esta excentricidad existe, donde se desarrolla un instrumental matizado con balbuceos en inglés, español y spanglish, claramente ridiculiza al ejército de Estados Unidos. Entre “Move Mother fuckers, kill”, “Hágase su voluntad / así en la tierra como en el cielo (...) U.S.A boy” y “G.I Joe”, al frente de esas armonías vocales de Yatu muy a lo Klaus Nomi, se va diluyendo el tema para volver a caer en la marcha inicial y terminar con un divertido solfeo de voces tarareadas.

3. Una predica lejana y un mantra con una voz muy suave comienza a lo lejos, hasta que agarra fuerzas para lograr distinguir las palabras “Sri Bhakti viraham divyam Avadhuta jagadgurum...” Transitar el dolor de la pérdida de un amigo puede ser bastante duro, pero ese tránsito puede complicarse más cuando el amigo es también tu guía, tu maestro espiritual y la carga se vuelve más pesada cuando esta persona muere en las circunstancias que puede hacerlo un Avadhuta.

“ ‘El cumpleaños’ se compuso después de la partida de mi maestro espiritual, mi gurudeva Avadhuta Maharaj, y el mantra que tu oyes es el que le dieron en India. Avadhuta quiere decir ‘aquel que no tiene nada’, que está loco, que está más arriba (…) más allá de las reglas. El avadhuta es un ser que ya se ha liberado de todo, incluso de las reglas religiosas. Entonces cuando mi maestro espiritual fallece, que fue un golpe casi tan duro como cuando se murió mi papá, por su puesto, entré en un estado como de depresión. No una depresión así como de quererme suicidar, pero sí una depresión... ‘¿y ahora que hago?’ Basándome en las enseñanzas de él decidí que había otra cosa, por eso dice la canción ‘Por las puertas del infierno camino al cielo’, porque cualquier cosa mala que le pase a uno, tiene que convertirse en algo bueno. Yo la volví una canción. Una canción dedicada a él y la escribí el día de mi cumpleaños, me imagino que estaba en algún estado alterado por que era mi cumpleaños...y por eso es tan dark”. Así rememora Gustavo Corma la composición de este tema, uno de los que más resalta en el disco y define su esencia como un todo.

Lado B

1. Un feedback al mejor estilo Sonic Youth le abre paso a unos gritos de desesperación seguidos de una frase un poco incongruente con la sensación de angustia que genera esa voz que sale de las vísceras. La frase se convierte en un acto de determinación para soslayar el desespero. “Estoy bien pero es de noche / no me gusta ver la luz / mi cuerpo suelta un derroche / voy viajando en autobús”.

Convertirse en un trashumante a veces son consecuencias circunstanciales y otras son firmes decisiones de vida. Ese autobús de Yatu y la Seguridad Nacional, es donde viaja una tribu de los 80, los 90 y un grupo menor de los 2000; es un bus que avanza en el borderline del sueño y la realidad. Que avanza con la carga histórica de una contracultura incomprendida y transgresora que caminaba en un filo de navaja entre Bellas Artes y Sabana Grande, para después buscar regocijo en el templo de Los Chaguaramos, el Ávila y las montañas de Mérida. El autobús casi siempre viaja de noche y las preguntas recurrentes son “¿Sabes a dónde estás? ¿Sabes cuándo morirás? ¿A dónde vas? ¿Con quién estás?”.

2. Este autobús tiene paradas aleatorias donde se van bajando y se van montando pasajeros, unos se mudan de autobús, otros se quedan en la carretera, otros abandonan esta dimensión y trascienden unas veces, otros descienden. La atmósfera oscura de Documento de actitud demuestra que en la vida se aprende mucho y que aprender a veces duele y a veces duele mucho. “Todos mis amigos se fueron, ya no están / espero que un día nos volvamos a encontrar (...) Y me toca vivir mi soledad / a mi me toca sentir esta ansiedad / a mi me toca incluso llorar...” Cuando se nace con la estrella de una sensibilidad artística en particular, la expresión es el oxígeno, sino expresas estás muerto y se puede morir de muchas formas: morir diariamente, morir espiritualmente, morir éticamente y la que puede ser más digna para algunos, la muerte fulminante.


3. Para vivir entre demonios hay que conocer su ritmo y para conocerlo muchas veces hay que ser demonio. “El mundo está en manos de demonios / y el mundo no es como lo ves / algunos lo miran al derecho y otros lo ven al revés”. Vivir en el borderline te da una vista de 360 grados que permite ver el mundo al derecho y al revés. “Este es el mundo bizarro / es de arriba y es de abajo”. Ahí están las herramientas, hay hachas para tumbar árboles y semillas para sembrar otros, ¿el secreto? No hay, aleatoriamente hay que tumbar algunas malezas, aprovecharse de otras, sembrar algunas semillas, dejar otras en el camino y seguir.


“Documento de actitud se grabó digamos, como si fuera una buena maqueta... Fuimos al Taller de Arte Sonoro con Elmar Leal, de pana, así, les pagamos lo que podíamos pagarles y grabamos en 10 horas, todo eso que está ahí”. Así define Gustavo Corma este disco de culto que 26 años después dejó una semilla que germinó en el árbol genealógico del rock venezolano contemporáneo.


(El enlace es del disco Documento de actitud, con el bonus track: “Del campo a la ciudad”. Este tema no aparece en el disco original).


sábado, 2 de diciembre de 2017

La Seguridad Nacional: "Una para Dios y una para el Diablo" (I)

                                                                        

                                                                      

Ilustración: César Vázquez

Por: Marcel Márquez / I parte

El mes pasado se cumplieron 26 años del lanzamiento del disco Documento de actitud de La Seguridad Nacional. En una trayectoria de más de tres décadas, la banda vivió intensamente la ciudad, la espiritualidad y el rock and roll. Fuerza Cósmica Cari Cari, en un detallado trabajo de investigación, deja un testimonio de su larga trayectoria, con intervención directa de las voces de Gustavo, Yatu y Cangrejo. Está dividido en tres partes, una entrega semanal. Quedan todos invitados a este viaje que va orbitando entre la visceralidad de la ciudad y la espiritualidad del templo.



La Azulita, Churuguara, Caracas, Sabana Grande, L’antro, The Beatles, psilocibina, Siouxsie and The Banshees, Joy Division, demerol, Tito Rodríguez, Trío Los Panchos, thc, Hare krishna, Avadhuta Maharaj, Guru deva, insolencia despiadada y mucho rock inflamable. Todos estos elementos, sumados a tres personalidades fulminantes, forjaron el carácter y la actitud del rock venezolano para dejarle un tatuaje a la identidad que grupos de la década del 70, como La Ofrenda de Vytas Brenner, y Spiteri, habían proyectado en el ritmo y los acordes de la emergente escena nacional.

A finales de los años 70 Gustavo Corma dejaba atrás la sicodelia de Sky White Meditation para formar Sarna “Pica y se extiende”, una banda con la cual junto a Abraham García “Cangrejo” crearía los primeros temas que serían detonantes para el repertorio de la que años más tarde se convertiría en una agrupación de culto dentro de la historia del rock venezolano: La Seguridad Nacional. Paralelamente a Sarna, se germinaba la semilla de S.N, conformada en sus inicios por Gustavo Corma (líder), Gustavo Montaño y Jesús, quien en un corto período abandonaría la agrupación para dejar una vacante que más tarde sería ocupada por Juan Bautista López “Yatu”.

“Un día me tocaron la puerta y había un cocopelao con los ojos pintados de negro, con una guitarra, un flux negro, y me dice: ‘¿tu eres Gustavo?’ Y yo: ‘si’. ‘Yo soy Yatu, yo tengo una banda en Maracay, me dijeron que tu tienes una banda aquí y yo quiero tocar contigo’. Y yo le dije: ‘Bueno, véngase’, y empezamos a tocar y ahí empezó a fluir la magia...”, narra Gustavo Corma en una entrevista realizada por Kara Febles (Sofía Insomnia) para el programa El otro rock.

Queda entonces Gustavo Corma con un nuevo integrante en la banda, con quien rápidamente se generó una empatía creativa, pero tenían un problema: no tenían baterista. “Empezamos a buscar baterista, no conseguíamos baterista. Los bateristas salían con dolor de cabeza. Entonces llegó Cangrejo y dijo: ‘Pero yo puedo tocar batería’. Entonces quedó La Seguridad, pero nos faltaba el bajista. Gustavo Montaño, por x o por cua (sic), salió... y nos quedamos Yatu, Cangrejo y yo, y como no había bajo tocábamos con dos guitarras y batería...” Así echa el cuento Gustavo Corma fundador de la banda que escogería por nombre el del cuerpo represivo que operó en Venezuela durante la dictadura liderada por el general Marcos Pérez Jiménez. 

Por su parte, Cangrejo -en otra conversa donde narraba su historia- le contó a Febles: “Yo nunca pensé que iba a formar parte de La Seguridad Nacional (...) Gustavo y yo componíamos desde antes en guitarras, música subversiva, rock & roll en español (...) Creo que en el 82 un amigo mío, un francés, me llama para que me fuera con él a Mérida a diseñar un juguete para el Museo de los Niños, un juguete didáctico de 12 metros por 12 metros (...) Se rompe entonces en ese momento la unidad Cangrejo/Gustavo haciendo música, y estábamos probando músicos para formar una banda que se iba a llamar la Sarna. Cuando estoy en Mérida Gustavo me llama y me dice: ‘Mira, tienes que venirte , porque tienes que conocer un tipo que toca guitarra arrechísimo, toca mejor que yo’. Y era Yatu. Cuando conozco a Yatu y veo la forma que tenía en aquel entonces de componer me quedé amarillo y dije: ‘Estoy conociendo a un artista’. Estaba sumamente influenciado por la cuestión Hare Krishna, entonces su personalidad y sus actos estaban muy movidos por la modalidad de la bondad.”

Yatu, removiendo las memorias de su infancia en Churuguara y la sierra de Falcón, su adolescencia en el templo Krishna, y su juventud temprana tocando con la Kámara de la Tortura y en las noches versiones en bares de la ciudad para mantener a la familia, llega al recuento de aquel encuentro histórico con Gustavo Corma, donde juntos sembraron la semilla que germinó la banda que daría un giro definitivo a la historia del rock nacional: “Una vez en el templo, yo estaba ahí de monje y apareció un jipi, poeta y tal, que era Cangrejo mismo. Siempre se la pasaba por ahí y nos hicimos amigos. Siempre me llamó la atención la pinta de Cangrejo. El pana parecía como un príncipe de los 1500 por allá (...) Cangrejo después se fue para La Azulita y Gustavo estaba en Nueva York, para ese tiempo no lo conocía. Cuando salí de la Kámara me vine para Caracas un tiempo y me encontré un día con un amigo argentino y estuvimos conversando por ahí por Plaza Venezuela. ‘Mira, vale. por ahí hay un amigo mío que vino de Nueva York, yo creo que si lo conoces se van a hacer amigos porque toca lo mismo que tu haces’. Entonces me llevó a la casa del pana y era la casa de Gustavo. Hicimos una prueba de guitarra. ‘Mira, pana, yo tengo está canción y tu tienes esta canción’, y ¡charan! De una vez como si hubiésemos tocado veinte mil vidas desde antes...”

La anécdota es revivida por cada uno y por separado décadas después, gracias al empeño de Kara Febles y Moisés Flores de tejer con puntadas finas la historia del rock venezolano en su esencia más contracultural, desde su programa de radio on line El otro rock.

Pasaron más de 30 años desde que Yatu, Cangrejo y Gustavo sacudieron Caracas con una postura vanguardista y transgresora, donde la premisa era vivir el rock intensamente desde las vísceras, tragándose y escupiendo a la ciudad en cada rif de guitarra, cada verso y cada golpe de batería. Una banda autogestionaria que fue creando redes y circuitos alternativos a la industria musical y cultural del momento, que estaba totalmente cerrada a nuevas propuestas que no estuvieran enmarcadas dentro de los géneros tradicionales de la música popular, explotados por el mainstream de la época.

En el camino ocurrieron cosas, las circunstancias que van viajando con alguien que la vida y el destino moldea para ubicarlo más allá del bien y el mal. Cuando la mueca, el terror, el amor, la espiritualidad y la carcajada acompañan por igual, van orbitando alrededor los personajes más siniestros y mas benevolentes, los más amorosos y los más despiadados, la alegría y la confusión bailan la eterna danza rudra tandava de la destrucción que iniciaron hace miles de años la diosa Kali y Lord Shiva, desde una cosmovisión transformadora que redirecciona las energías negativas para convertirlas en positivas.

Camino espiritual, Hare Krishna y rock and roll

“Me considero devoto intrínseco, completo, total, unánime, a plena luz de la luna y el sol, de la santísima trinidad, porque eso es lo que yo soy y he sido: sexo, drogas y rock and roll”. Con esta declaración de principios, Cangrejo aclara su postura ante la vida a sus 60 años, después de haber recorrido distintos terrenos mágico-religiosos, donde cultivó su espíritu con lo que le sirvió, desechando lo que no le sirvió.

“He dormido mis momentos intentando encontrar paz / he pretendido olvidar que soy alma espiritual” canta en su tema "Rap can". Fue un antiguo devoto de la Asociación Internacional para la Conciencia de Krishna (ISKCON, por sus siglas en inglés), siendo iniciado por su maestro espiritual (gurú deva), su divina gracia Avadhuta Maharaj, ruta iniciática que compartió con sus compañeros de banda Juan Bautista López y Gustavo Corma.

“Yo venía caminando en Nueva York y había un afiche que decía: ‘Concierto contra Maya’. Maya quiere decir ilusión...y cuando vi el listado de bandas, eran las que más me gustaban en esa época. Estaba Beastie Boys, que en aquella época hacían hard core (no hacían hip hop); estaba Suicidal Tendencies, que eran unos niños que llegaban patineteando a tocar; estaban Bad Brains. Bueno, una cantidad de bandas, todas las que me gustaban (...) Fui a ver la cuestión y estaba organizada por los devotos Hare Krishna y la mayoría de los que pertenecían a esas bandas iban al templo y yo me pegué (...) Ahí empecé a incursionar en la religión hindú, a leer los vedas y conocí al que fue mi maestro espiritual, una de las personas que más me influenció (...) La primera vez que leí a Bolívar fue por mi maestro espiritual, aunque ustedes no lo crean, para que vean qué raro es el mundo”. Es así como recuerda Gustavo Corma, en una entrevista de 2016, sus primeros encuentros devocionales hacia Krishna, deidad perteneciente al panteón del hinduismo.

En una conversación más reciente en el espacio Laboratorio Infrarrojo, un programa de entrevistas disponible en Youtube, Gustavo agrega a sus memorias: “Cuando comenzamos nuestro viaje espiritual a Prabhupada lo llamábamos el viejito de la India, a gurú Maharaj lo llamabamos el gordito pilón, le teníamos su sobrenombre a cada gurú. Nuestro gurú eran los hongos, de verdad, y te lo voy a decir claramente, estábamos en esa. Nosotros estábamos en una búsqueda espiritual, pero preferíamos a Don Juan que a ningún indiano, ¿me entiendes? Porque la India estaba muy lejos, los mexicanos estaban aquí cerca, entonces eran preferibles las enseñanzas de Don Juan que las enseñanzas de no sé quién por allá, pero éramos nosotros. Yatu, en cambio, sí desde muy joven se fue para el templo con Avadhuta Maharaj, quien fue mi primer maestro espiritual”.

Gustavo en su relato deja clara esa postura transgresora de aquellos años, cuando Guredeva se convirtió en un guía para la banda. “Avadhuta Maharaj era un maestro muy especial, y me tomó mucho cariño y aprendí muchísimo con él. Pero era un avadhuta, un loco, y nosotros éramos unos locos, éramos como los poetas malditos, una cuestión de ‘¿cómo te vas a enamorar con la vida si vives flirteando con la muerte?’ Porque es una cosa que te atrae, la oscuridad, lo misterioso, la calle, los bares, las prostitutas, el alcohol, las drogas... No sé, hay unos que nacemos con esa maldición y, sin embargo, hay personajes como los gurús (algunos gurús porque otros están por el billete nada más), o como algunos padres, algunos curas, que deciden sacarte de esa miseria y enseñarte otro camino. Y así era como uno estaba, como hizo siempre, una pa' dios y una pal diablo...” 

De los tres, Yatu fue el que desde joven estuvo más comprometido con la devoción, llegó al templo Krishna de Los Chaguaramos, en Caracas, a los 15 años. Una vez en Coro, estado Falcón, un amigo le habló de George Harrison, su conexión con la India y su música Posteriormente, gracias a un primo que le prestó una revista de rock argentina, llamada Pelo, vio una foto de George Harrison con los Hare Krishna. Sintió una conexión mística que fue dándole señales en el camino, donde se encontró con devotos que le facilitaron folletos y revistas, hasta que decide ir a Caracas directamente al templo. Al llegar y sentirse tocado por la espiritualidad del ambiente se quedó a vivir, se convirtió en monje a tiempo completo desde los 15 hasta los 21 años. 

“Yatu es un nombre iniciático, que viene de la cultura oriental de los vedas, es Yatu Karnia y tiene muchos significados en base a una personalidad que genera distintos tipos de manifestaciones (...) Yatukarnia es el centro del sol, del fuego, es el alma del fuego. Y a la vez como es el alma del fuego está íntimamente relacionada con la garganta del creador que es el canto, el sonido de la voz del creador”. 

Con la pasión de un discípulo Yatu deja aparecer algunos pasajes védicos en su histora. “Y a la vez es un semidiós porque gerencia la parte que ilumina el universo que es el sol mismo. Cuando Agni o Surya que es la misma personalidad, de acuerdo a la modalidad donde está...Cuando Surya está completamente metido en el servicio del sol que se vuelve fuego, fuego puro completo y pierde la personalidad de semidiós, el está haciendo su servicio de iluminar el universo, entonces llega un momento que los otros semidioses como el agua, el aire los representantes de todo eso quieren tener una reunión con él, entonces lo llaman es por el nombre: Yatu, Yatukarnia. Entonces empieza, a través de ese nombre, a tomar una forma aparente a la humana para salir de la esfera interna del sol y manifestarse como lo más natural posible para el relacionamiento (sic) parecido al humano. Ese es el nombre. Eso no significa que soy yo, y a la vez es un cantante, es el canto”.

Esta fue la historia detallada que Yatu narró a Febles en la entrevista anteriormente mencionada, sobre los origines de su nombre devocional. Investigando un poco más allá, motivado por interés mutuo que compartimos vinculado al hinduismo y toda su mitología, intenté compilar más información sobre el nombre Yatukarnia sin encontrar ninguna pista. Entiendo lo extenso que son las escrituras védicas y el Bagavad gita, pero se volvió un misterio que ahora ocupa mi atención no encontrar ni si quiera una pista más allá de las ofrecidas por el propio Yatu. Sin embargo, sobre Agni y Surya hay muchos pasajes en el Bagavad Gita, incluso considerable información en internet.



Avadhuta Maharaj


Srila Bhakti Viraha Prakas Avadhuta Maharaj, nacido en la ciudad de Guanta, estado Anzoátegui, y bautizado como Jesús Antonio Mijares Luy, se convierte en una figura influyente en el desarrollo de la banda La Seguridad Nacional. Y, con el pasar de los años, un referente importante en un circuito de artistas y músicos, particularmente de la ciudad de Caracas.




Avadhuta Maharaj, o Gurudeva, como era conocido entre sus seguidores, fue un hombre definitivamente tocado por una aura especial al nacer. Cuenta una leyenda urbana que nació debajo de un árbol por que su madre no llegó a tiempo al hospital. Fue un ser sobresaliente, sus inquietudes por las desigualdades sociales lo motivaron a estudiar sociología en la Universidad Central de

Venezuela, formó parte de la izquierda venezolana participando activamente en la guerrilla a finales de los años 60 y principios de los 70, fue escritor, director y actor de teatro. Su acercamiento al cultivo espiritual y al misticismo fue a través de las artes marciales, prácticas con las cuales llegó a ser cinta negra en Kung Fu, convirtiéndose en sensei cuarto dan.
En su búsqueda espiritual decide hacer un viaje a la India , donde se sumerge en las enseñanzas del shivaismo practicando yoga y meditación trascendental, llegando incluso a períodos de renuncia total donde pasó siete días en padmasana (posición de loto) dentro de una cueva sin agua, ni alimentos más que el aire y algunos insectos. Luego de esta temporada en la India, regresa a Venezuela y entra en contacto con los devotos de Krishna siendo iniciado como Viraha Das. Como consecuencia de su devoción, recibe la sagrada orden de renuncia Sannysa Vaisnava de Srila Prabhupada, máxima autoridad de la Asociación Internacional para la Conciencia de Krishna (ISKCON).

Dentro de esta asociación, como en toda organización de orden piramidal y jerárquica, existían muchos intereses personales y grupos de poder, y a los integrantes de ISKCON de Norteamérica no les convenía tener a miembros latinoamericanos dentro de los grupos de liderazgo más cercanos al máximo gurú. Prabhupada fue interpelado por miembros de su asociación, quienes interfirieron en el curso natural de la ceremonia. Decidió entonces entregar la orden sagrada fuera de las sedes de la asociación a los primeros latinoamericanos en convertirse en sannyasis. Al volver de India, Viraha Das se dedica a iniciar devotos y fundar templos en nombre de su maestro Srila Prabhupada, en Venezuela y el resto de Latinoamérica. Dos años después de recibir Samnyasa, su maestro espiritual abandona el cuerpo y Viraha Das tuvo la oportunidad de acompañarlo en el momento de su partida.

Antes de abandonar el cuerpo Srila Prabhupada dejó instrucciones a través de documentos, donde ordenaba la creación de un grupo de gobierno de ISKCON que sería conformado por sannyasis escogidos en distintas partes del mundo. Una vez más grupos de poder que operaban desde Norteamérica impidieron que Viraha Das formara parte de esta conformación ordenada por Srila Prabhupada. Este y otros eventos aislados, considerados injustos por Viraha Das, ocasionaron la ruptura con ISKCON. Al quedar fuera de la organización busca refugio en Srila Bhakti Raksaka Sridhara Deva Goswami Maharaj, un discípulo directo del hermano de Srila Prabhupada. Este nuevo guía espiritual aparentemente es quien le da un giro al nombre de Viraha Das agregando Avadhuta Majaraj al anterior. Desde entonces Jesús Mijares, Viraha Das pasa a ser un Avadhuta.


Un Avadhuta es un ser espiritual, un renunciante que ha superado la conciencia del ego, la dualidad y las preocupaciones mundanas comunes; que actúa libremente, al margen de cualquier norma social. Está más allá de las distinciones comunes entre bien y mal, no necesita obedecer reglas ni rituales, aunque los practique cuando se requiera. Un fragmento del “Avadhut Gita” (Canto del Avadhuta) atribuido a un escritor indio de nombre Dattatreya, cita los siguientes versos:

Yo no tengo ningún karma mental, sea bueno o malo;

Yo no tengo ningún karma físico, sea bueno o malo.

Yo no tengo ningún karma verbal, sea bueno o malo.

Yo estoy más allá de los sentidos;

Yo soy el puro néctar del conocimiento del Sí Mismo.


Este carácter desprejuiciado y, de alguna forma libertario, atrajo la atención de los integrantes de Seguridad Nacional hacia Gurudeva (Avadhuta Maharaj) y de Gurudeva hacia Gustavo, Cangrejo y Yatu. Mientras el templo de Los Chaguaramos estuvo a cargo de Avadhuta, siempre prestó apoyo a la banda, la cual se movía fuera del templo en circuitos bohemios y contraculturales de la ciudad, invitando directamente a varios amigos a formar parte de la prédica y la devoción, y atrayendo la atención de una población juvenil en una constante búsqueda de espacios que rompieran con las reglas tradicionales.

Para la década de los 80 y principios de los 90 el templo Krishna era frecuentado por muchos músicos, rockeros, punks, artistas plásticos, artesanos y una cantidad de personajes de distintas tribus urbanas que hacían vida en la ciudad de Caracas. En un momento comenzaron a surgir bandas conformadas por devotos Krishnas que estaban inspiradas por la música de George Harrison en su época más devocional, Ravi Shankar y bandas más actuales como Kula Shaker. Las agrupaciones Zapato 3, Trance Nuance y músicos como Cayayo Troconis, entre otros, frecuentaron el templo durante una época. “Básicamente éramos una esponja de locos, fueron muchos los diablos que atrajimos nosotros a ese lugar”, comenta Cangrejo sobre la época cuando Seguridad Nacional frecuentaba el templo.

Un concierto devocional


La primera imagen es la de un telón blanco cerrado, atravesado por unas manos antes de que comience a abrirse, al deslizarse el telón se descubre el cuerpo de Cangrejo lanzando flores al público. A su lado, con una guitarra terciada y un collar de flores naturales, está Yatu frente a un micrófono, invitando a subir al escenario a Cayayo. “Queremos recibir a nuestro hermano espiritual Cayayo (...) Haribol, Srila Prabhupa...Jai Sri Krishna, Jai haribol”.
Hay una energía eufórica en el ambiente, se escucha desde el público gente que grita “Cayayo”. Hay mucho humo que podría ser parte de los efectos especiales, incienso, marihuana o una mezcla de los tres.“Haribol” se escucha desde el público. Emerge la voz de alguien (que bien podría ser un seguridad del evento) decir “por favor, hacia abajo, para abajo, ¿te puedes mover?” Aparentemente despejando el escenario y sus alrededores, la gente está en un éxtasis ceremonial, el concierto no ha empezado y se siente una atmósfera de Kirtan (ceremonia donde se cantan mantras y se tocan instrumentos musicales).

Tras el intenso brillo de unas luces que queman la imagen, se van develando los cuerpos: Yatu, con una postura bastante serena y de júbilo que transmuta a una mueca de sátiro eventualmente, con un sobretodo de invierno y unas argollas que resaltan debajo de su cabeza totalmente al rape. Gustavo Corma con una cabeza que brilla por la ausencia total de cabellos, una cantidad notable de argollas, aretes y collares, totalmente vestido de negro y una postura que va de la serenidad a la soberbia y regresa en un constante va y ven, incluso pasando por el delirio con unos ojos que se desorbitan en los momentos cumbres de cada tema.

Cayayo, con una postura más bien tímida y de concentración, un discípulo que está atento a cada acorde que acompaña la composición del maestro, un chaleco negro y una camisa de seda blanco perla que irradia un brillo cuando choca con las luces. Vuelan flores del escenario hacia el público y las devuelven. Cangrejo vuelve a aparecer a mitad del performance llevando un collar de flores a una persona que está en el público en primera fila, con una pinta bastante glam, rulos alborotados y una braga estampada y ajustada. Desde el público aclaman a Cangrejo y Cayayo. Así transcurren 25 maravillosos minutos de video que dejan como documento audiovisual este histórico concierto de La Seguridad Nacional en el III Festival Nuevas Bandas en el año 1993.