Un documental engatillao
Por: Marcel Márquez
La casual y misteriosa aparición consecutiva de unos Lps de Documento de actitud firmados por sus integrantes en marcadores plateado y dorado, incubaron en mí el gusanillo de la curiosidad. Tuve, entonces, la ingenua idea de hacer un documental, una empresa que lleva por nombre una palabra con una carga semántica muy seria. Yo, muy ingenuo, pensé que con solo tener una idea se producía un documental, sin pensar que para eso se estudia y hay que transitar varias etapas de ensayo y error durante años.
Para no estrellarme sólo, convoqué a dos compañeros que sí estudiaron y transitaron etapas durante años en el terreno audiovisual; además, les gustaba la banda y por solidaridad (pienso yo) no querían ver naufragar a su amigo en los mares del desengaño creativo. El equipo estaba listo. Un argumento, equipos bastante limitados, pero que hacían el trabajo; buenos contacto
Sinopsis (Primer borrador 11/2016)
En noviembre del 2015, llega a mis manos un ejemplar del único disco de vinil editado por la banda La Seguridad nacional en 1991. Este LP convertido con los años en un objeto de culto para melómanos y coleccionistas, fue durante un largo tiempo codiciado por mi constante ambición de reunir piezas fonográficas de distintos géneros que han dejado huellas en mi formación musical y en mi vida.
La carátula de este LP tiene una particularidad: está autografiada en marcador color dorado dedicado a la persona que tuvo la amabilidad de cederme tan preciado fetiche para mi incurable melomanía. Justo un año después, en noviembre de 2016 asisto a un encuentro de coleccionistas entusiastas del vinil y la música en formatos físicos (cassettes, cds, dats, dvds), donde con orgullo exhibí uno de mis trofeos en 12” (doce pulgadas) más preciado. Muchos admiradores de la banda se me acercaron para ver si era real, hicieron preguntas y tomaron fotografías. Entonces apareció quien sería una posible pieza de un rompecabezas que días después me animaría a comenzar a armar por el mágico desarrollo de los acontecimientos. Una chica me dijo:“Tengo rato viendo tu disco y me llamó mucho la atención que esté autografiado con marcador dorado. Para verlo: ¡Ja! Justo tengo mi copia en casa firmada y dedicada por Gustavo, Cangrejo y Yatu con la misma fechacad y el mismo marcador”. Sonreimos, intercambiamos anécdotas y nos despedimos.
Al día siguiente camino a la feria del libro en Bellas Artes, me detengo en un puesto improvisado de venta de viniles y cds usados, como es costumbre para mí me detuve a diggear, y ¡zas! ¿Cuál es mi sorpresa? Aparece el mismo LP de La Seguridad Nacional (inconseguible desde el año 92) esta vez dedicado en marcador plateado al hermano del hombre que lo tenía en venta. “Ese disco no los regaló Yatu a mi hermano y a mí, si cualquiera de los dos se entera que lo estoy vendiendo se arrechan conmigo. Pero ¡Coño! La vaina está jodida”. Saqué el dinero de mi bolsillo que minutos antes tenía otro destino, pagué y me fui con una sonrisa dibujada en el rostro pensando en los tres héroes nacionales de la contracultura de este país.
Ya en mi cueva de melómano con el sistema de sonido a punto, el tocadiscos calibrado y la escobilla de fibra de carbono en mano, me dispuse a comprobar el estado del vinil; mientras repasaba por enésima vez la parte trasera de la portada donde aparecen las letras de las canciones, la dedicatoria y agradecimientos. Entre muchos otros hay cinco nombres que son la llave para reconstruir la historia de esta pieza histórica del rock nacional. Avadhuta Maharaj (maestro espiritual), Cayayo Troconis (hermano musical), Elmar Leal (ingeniero de sonido), Roland Streuli (fotógrafo) y Cangrejo (arte de la carátula). Así comienza este viaje con un ticket one way con fecha de salida y un retorno incierto.
Con esta breve sinopsis convoqué a César Vázquez y su compañera Indira Monzon. Nos reunimos en Bellas Artes, donde ellos en seguida comenzaron a aterrizar la idea a un lenguaje y un terreno audiovisual. Nos propusimos un lapso de tiempo para cada etapa, que por su puesto no cumplimos, y no por falta de ganas, sino más bien de recursos.
En el proceso de preproducción, la investigación ya estaba andando desde mucho antes, los contactos fueron surgiendo poco a poco. Una llamada a Gustavo Corma, una cita concretada con fecha y hora con Roland Streulli, conversaciones aisladas con cuarentones y cincuentones que vivieron la época intensamente o de retruque y, lo mejor de todo, la coincidencia de una feria de viniles donde se reunían muchos personajes ligados de alguna forma a la banda, por amistad, colegas musicales o fanáticos. Entonces arrancaba el viaje.
Rodaje
Como primera pauta tuvimos la feria de viniles. Nuestro objetivo era recoger testimonios con personajes de la época y principalmente realizar una entrevista con la dueña de uno de los discos autografiados, Anja Kreeft, una alemana encantadora que tiene toda su vida viviendo en Venezuela y aportando su energía a emprendimientos culturales alternativos. Anja tuvo una banda de punk en los 80, fue pionera de la cultura electrónica y los raves en Venezuela (aclaro y -léase bien- pionera), coproductora de la fiesta electrónica de Patanemo durante el eclipse solar del 98 y de las primeras fiestas electrónicas underground hasta principios de siglo, cuando todo el espíritu de aquellas reuniones se fue banalizando y siguió por una ruta agresivamente mercantilista.
Anja nos relata su vínculo con Documento de actitud, en una conversa muy relajada en el patio de una casa en Altamira. Al abordarla, preguntándole qué recordaba del día que le autografiaron el disco, la repuesta fue un contundente “no me acuerdo nada, eso está borrado”, seguido de una carcajada, algo totalmente comprensible tratándose de una anécdota que viajó en el tiempo y le pregunta tenía 25 años de delay. “En el 85 tuve una banda de punk que se llamó 'Cahos total'. A través de ese grupo conocí a todos los músicos de esa época (…) Después en los 90 yo compartí con mucha gente que nombran aquí en la parte de abajo [refiriéndose a la carátula del disco que sostenía en sus manos]. Íbamos mucho para Choroní, me acuerdo de una anécdota una vez que Gustavo se estaba bañando en el mar y se dio un golpe durísimo en la cabeza con una piedra, pero son muy fugaces los recuerdos de aquella época. Aquí en Caracas nos reuníamos en lo que era Cocos después el Divine, bueno y toda la selección de barcitos donde tocaban los grupos Desorden Público, Sentimiento Muerto, Zapato 3, fiestas privadas, casas abandonadas”. Así, Anja amablemente nos regaló su testimonio sobre la época en la que el disco Documento de actitud dejó un punto de quiebre en la historia del rock nacional.
Por su parte, Orleans Márquez, punk caraqueño vieja escuela, y Moisés Flores (Sofía Insomnia) coinciden en los relatos de historias que orbitaban alrededor de La Seguridad Nacional, en los que personajes como Buba, Juan Carlos Sendin (Priyananda) y su hermano Pablo, Mayantaka, entre muchos otros nombres de la escena punk de los 80. También coincidieron con lugares como el Carnaby de Sabana Grande, el Julius en Chacaito, L’antro, Mata de Coco y por su puesto el templo Krishna de Los Chaguaramos. La Ladilla de Karakas, Trance Nuance, Sentimiento Muerto y Zapato 3 fueron bandas que permanecían cercanas a La Seguridad Nacional, según nos contaron Orleans y Moisés. En otro testimonio, el periodista y promotor cultural Kelvin Malavé nos narró cómo estuvo horas en el concierto Iberoamericano de rock del año 91, con su ejemplar de Documento de actitud autografiado por la banda, casualmente con el mismo marcador dorado con el que habían sido firmados los otros.
Roland Streuli: De Lausana a Maripérez
La cita fue en Maripérez, en su taller de fotografía desde hace más de 30 años, donde fotografió a Gustavo, Yatu y Cangrejo un día del año 1991. El mismo taller donde posarían desnudas las actrices Alicia Plaza, Tatiana Capote y la modelo Aguasanta, íconos de la voluptuosidad femenina de los años 80. Roland Streuli es una de esas excentricidades que el destino sorteó a Venezuela, como Gerry Weil o Vytas Brenner, es un europeo que se rindió a las bondades de nuestro país caribeño, un suizo de la ciudad de Lausana enamorado de la arepa, el mar de bahía de Cata, los teatros caraqueños y las bailarinas venezolanas. Roland es pionero en el arte de la fotografía para teatro, danza y ballet, y en la década de los 80 y los 90 uno de los fotógrafos más cotizados en el país a la hora de registrar imágenes para carátulas de discos.
Para Documento de actitud se solicitaron sus servicios como fotógrafo. En su taller, Roland nos contó la experiencia de esa fotografía que marcó la historia del rock and roll venezolano. La foto fue realizada justo en el espacio donde aparecen los tres discos autografiados, con una iluminación especial para teatro, “creando una atmósfera vampiresca, que era lo que me transmitían esos carajos”, comentó Streuli. “Yo, con el que más echaba vaina era con el flaco moreno de crespos, que estaba loco de bolas”, contó refiriéndose a Cangrejo.
En conversaciones distintas, con Gustavo Corma por teléfono, y Yatu en un concierto de él en el bar La Patana, ambos recordaron afectuosamente a Roland y le enviaron saludos.
Tengan La Seguridad que este no es el final
Tras las primeras entregas de este reportaje, hubo un feedback interesante de Gustavo Corma, quien, luego de agradecer por las letras en homenaje a su banda y catalogar la primera parte como “excelente”, dejó en los comentarios unas aclaratorias precisas sobre nombres y personalidades relacionadas con Avadhuta.
A Cangrejo, por su parte, el post en Facebook de la segunda parte le funcionó para concretar una cita con Moisés Flores y Kara Febles para entregarle unos dibujos, que días después publicó Moisés, mostrándonos una ilustración de altura del proyecto Sofía Insomnia.
Gustavo Montaño hizo un contacto por chat contándo los orígenes del logo de La Seguridad Nacional, así como anécdotas de su separación de la banda y sus largas conversaciones con Yatu en la puerta de entrada de la casa de Gustavo Corma.
Así termina -por ahora- este viaje fuera del tiempo por las entrañas del rock venezolano, dejando un documento para la historia del rock local y afianzando la actitud de una tribu transgresora e irreductible que camina por una cuerda tensa en diálogo constante con Dios y con el Diablo.