martes, 4 de septiembre de 2018


Diez uppercuts de Miles Davis (II)

Texto y mixtape: Marcel Márquez

A mi hijo Matías Márquez



5. Bitches Brew (1970)


Solo pasaron siete meses desde que Miles Davis había salido del estudio donde grabó In a Silent Way cuando decidió regresar, convocando a un trabuco de 11 jóvenes músicos. Movido por un impulso creativo, que había germinado en su disco anterior y focalizando las energías en darle un giro radical a la historia del jazz,  abordó la producción de un disco, en el cual el peso de instrumentos eléctricos se convirtieran en la espina dorsal del proceso creativo. Transcurría el año 1969 y el trompetista movido por su intuición buscaba nuevas influencias que alimentaran su obra. La relación amorosa con Betty Davis fue la llave de nuevos portales en la vida del trompetista, conoció el soul, el nacimiento del funk, con Sly and the Family Stone y el rock, géneros musicales que enseguida despertaron el interés del trompetista. Miles se hizo amigo personal del guitarrista Jimi Hendrix,  quien un año antes publicara  su última producción,  Electric Ladyland, celebrada por Miles Davis y despertando gran interés en su proceso de composición y postproducción. Este disco sería un disparador creativo con el que comenzaron a germinar las ideas de Bitches Brew.

La intención del trompetista no era hacer un disco de rock, sino reproducir el espíritu rockero dentro del estudio. Llegar al estudio sin partituras ni ensambles previos para dejarse llevar por la espontaneidad del momento y la improvisación, buscando los resultados finales en un trabajo de posproducción y edición. Los músicos un poco confundidos, seguían las indicaciones de Miles Davis, entregando lo mejor que llevaban a la sala en largas jam sessions, donde el groove colectivo era lo que prevalecía, antes que el protagonismo unipersonal de cada músico. Su principal cómplice en este nuevo terreno de la creación fue el productor Teo Macero, con quien venía trabajando en discos anteriores como Kind of Blue, Sketches of Spain y Porgy and Bess.

El primer día de grabación de Bitches Brew comenzó algo accidentado. Una discusión severa entre Miles Davis y Teo Macero, que casi se va a las manos, por poco frustra la grabación del legendario disco antes de la primera toma, como consecuencia de un capricho excéntrico del gurú de la trompeta. En la biografía del autor Ian Carr, Teo Macero cuenta el episodio: "Tú no eres mi jefe y no voy a soportar más tus estupideces. No me importa un carajo si ella te cae bien o no. Si no puedes llevarte bien con ella no le hables, dirígete a mí". Miles estaba poniendo como condición para comenzar a grabar que despidieran a la secretaria del estudio, situación que convirtió la escena en un caos de insultos y violencia, en donde los músicos se encontraban totalmente desconcertados. "Coge tu puta trompeta, y tus putos músicos y vete, largo de aquí", le dijo el productor desbordado respondiendo a las agresiones del trompetista. Todo el mundo quedó en silencio, petrificados mientras Miles Davis salía del control room tirando la puerta con rabia. Cuando todos pensaban que se marchaba, entró a la sala de grabación, agarró el instrumento y comenzó la magia: "Prendan las máquinas", dijo el productor. Mientras tocaba, Miles Davis y Teo Macero se insultaban y hacían señas con las manos a través del vidrio, el espíritu del rock & roll estaba apoderado del estudio. Cuenta la biografía de Ian Carr que era muy común en Miles Davis durante las grabaciones llevar las situaciones cotidianas al límite, para generar adrenalina y convertirlas en procesos creativos.




Las grabaciones de Bitches Brew se dividieron en tres bloques: el primero fue durante el mes de agosto de 1969 los días 19, 20 y 21; con la participación de los 11 músicos que salen en el disco. Wayne Shorter (saxo soprano), Bennie Maupin (clarinete bajo), Chick Corea, Joe Zawinul y Larry Young los tres en el piano eléctrico, John McLaughlin (guitarra eléctrica), Dave Holland (contrabajo), Hearvey Brooks (bajo eléctrico), Jack de Johnette, Lenny White y Don Alias en las baterías y Juma Santos en la percusión. El segundo bloque de grabaciones se realizaría durante dos días, el mes de noviembre del mismo año, y el tercero entre enero y febrero de 1970. Después de las primeras grabaciones se fueron sumando nuevos músicos que no aparecen en el disco oficial, como Steve Grossman en el saxo, Herbie Hancock al piano, Khalil Balakrishna tocando el sitar, Bihari Sharma en Sitar y tambora, Billy Cobham en la batería y Airto Moreira en la percusión. El disco oficial lanzado por Columbia en 1970 contiene las sesiones de agosto de 1969, el resto de las sesiones están incluidas en una edición especial lanzada en 1998 que contiene cuatro discos y una más reciente edición aniversario que contiene tres discos compactos, un DVD y dos viniles.

La suma de todos los acontecimientos previos, las grabaciones y la reunión de una banda integrada por los mejores músicos de la época, dieron como resultado una obra cumbre en la historia del jazz. Un trabajo que provocó un giro radical, llevando la composición y la producción de un disco a terrenos que nunca antes habían sido explorados por jazzista alguno. La primera edición oficial lanzada en 1970 quedó con seis temas distribuidos en dos discos de vinil, resultado de largas horas de improvisaciones y jam sessions dirigidos por Miles Davis, que luego serían trabajadas en posproducción, formando parte importante del proceso al momento de la edición y la mezcla, en el que se cortaban y separaban instrumentos, para convertirlos en rifs y loops que iban conformando un collage cargado de un groove funk y un pulso muy rock.

El sonido del disco siempre tuvo como eje principal el ritmo constante creado por bajo y batería, sobre el que fueron dibujando trazos polirítmicos la otra batería y la percusión, mientras aparece el tono del clarinete bajo que le va dando atmósferas densas y oscuras, una niebla acolchada que recibe los pianos grooveros de Chick Corea y Joe Zawinul, el saxo de Wayne Shorter y la cereza del pastel, esa trompeta eléctrica cargada de efectos, ecoflex, delays y reverberaciones que convierten el viaje en un paseo metalizado a rincones desconocidos de la conciencia y el espíritu. Durante todo el trayecto se siente esa comunión colectiva de los músicos donde no hay rol protagónico alguno, es un ritual de sonido en conjunto constante que no se detiene, en un momento del tema Bitches Brew se siente un desconcierto por parte de la banda en el minuto siete, en el que pareciera que ya no tienen rumbo cierto y quieren abandonar el viaje. Miles como todo un chamán y guía de la ceremonia suelta un "Keep it like that!" y segundos después convoca a McLaughlin "John!", y el guitarrista entra poseído y el tema vuelve a agarrar un vuelo indetenible.

Bitches Brew cambió la historia de la música, fue uno de los seis giros históricos que Miles Davis le batió en la cara durante aquella cena de los Kennedy awards, a la mujer soberbia que intentó ser irónica con el amo del sarcasmo."No es lo mismo invocar al diablo, que tenerlo de frente prendío en candela", dirían en las calles de Caracas. El disco fue un punto de inflexión en la historia del jazz y a partir de ese año todo cambió, cada uno de aquellos jóvenes músicos impulsados por el maestro seguirían cambiando la historia con bandas maravillosas como Weather Report, de Joe Zawinul; Return to forever, de Chick Corea; Mahavishnu Orchestra, de John McLauglin; The Headhunters, de Herbie Hancock; además de la infinita discografía como solistas de cada uno de los músicos participantes. Sin más palabras para describir este clásico, lo último que puedo recomendar es apagar las luces, prender un incienso y en posición de loto darle play a esta maravilla que nos ha ofrendado el universo a través de la música.

 


4. In a silent way (1969)

Durante los últimos años de la década del sesenta el público de jazz estaba mermando considerablemente, la novedad era otra. El rock, el soul y el funk estaban acaparando la atención de la juventud. Miles Davis se encontraba en una encrucijada, seguir el camino del jazz tradicional en el que una banda totalmente acústica servía como soporte para un solista, o tenía la opción de dar un giro de tuercas a la historia como ya estaba acostumbrado a hacerlo. Obviamente el trompetista se decantó por la segunda opción, la más vanguardista, la más revolucionaria y tal vez la más difícil. Miles de una personalidad bastante fuerte y temperamental nunca fue conformista, el necesitaba ir al ritmo que iba el mundo, a la misma velocidad, y el mundo iba bastante rápido.

Durante esos años el trompetista vivía un frenesí creativo, estaba recién casado con Betty Davis, y él ya pasando los cuarenta años comenzó a verse rodeado por músicos muy jóvenes y talentosos que lo seguían como a un gurú del jazz. Miles ya venía muy interesado en las nuevas propuestas musicales que estaban surgiendo en la época, empezó a congeniar con propuestas de Rock, soul y funk; pero fué su esposa Betty quien reforzó este interés de Davis, presentándole nueva música y personalmente al guitarrista Jimi Hendrix con quien hizo un click creativo de inmediato y una amistad muy cercana. Ambos compartían ideas muy similares en la forma de concebir la música y los procesos creativos en la composición, y Hendrix estaba a la vanguardia en el área de la postproducción, utilizando el estudio como un instrumento musical más. Definitivamente esta posibilidad abrió un nuevo portal en la mente brillante del trompetista.

Era principios de 1969 plena efervescencia de la psicodélia, el mundo estaba agitado, y los Estados Unidos no escapaba de ese torbellino, el país era uno de los protagonistas. Durante el mes de febrero de aquél año, Miles tenía una pauta de grabación en los estudios de Columbia a donde convocó de una manera muy peculiar a algunos de sus músicos. A Miles Davis le gustaba jugar con la adrenalina del momento, siempre con un olfato certero que lo convertía en una especie de brujo adivinador. Resulta que su baterista Tony Williams había escuchado una cinta de un guitarrista inglés que le impresionó bastante, y lo convocó para que viajara desde Londres hasta Nueva York para hacer una audición en los estudios de Columbia con su banda particular, irónicamente fueron rechazados. Una noche antes de la pauta de grabación de In a silent way, Tony Williams presentó a Miles y John McLauglin, el trompetista sin siquiera haberlo escuchado tocar le dijo "Tenemos una grabación mañana, trae tu guitarra". A Joe Zawinul lo contactó la mañana antes de la grabación como compositor, le dijo que llevara algo escrito para tocar y terminó tocando el órgano. Aquella composición de Zawinul se titulaba In a silent way, la cual fue modificada en el estudio y es el intro y el final de la cara B del disco. Por su parte Dave Holland había sido fichado un año antes para Filles de Killimanjaro en unas circunstancias muy parecidas a las de McLaughlin.

Con el trabuco completo Miles Davis (trompeta), Wayne Shorter (saxo soprano), John Maclaughlin (guitarra), Chick Korea (piano eléctrico), Herbie Hancock (piano eléctrico), Joe Zawinul (órgano), Dave Holland (bajo), Tony Williams (bateria) y por su puesto la participación estelar de Teo Macero en los controles de la nave. In a silent way fue el génesis de Bitches Brew y del cambio radical en el sonido de Miles Davis, a partir de aquél 18 de febrero de 1969 cuando entraron a la sala de grabación. Ahí comenzó a cambiar la forma como se concebía una pauta de grabación, la orden era darle play a las máquinas desde que se entraba en el estudio, sin parar ni repetir. Grabar todo lo que ocurriera, aciertos, errores, silencios por muy largos que fueran , discusiones, todo, hasta el momento que se terminara la pauta y se retiraran todos los músicos.

El disco logró como resultado dos maravillosas piezas de 19 minutos aproximadamente, que en un principio llegaron a 9 minutos cada una, y no completaban el tiempo standard de un Long Play. Para solucionar la situación y completar el tiempo requerido, el productor Teo Macero, sugirió trabajar en postproducción alargando los temas con fragmentos del mismo tema, agregados al final de cada lado. Así fue como en un proceso de edición y un empalme quirúrgico en la mezcla, quedaron dos piezas magistrales para la historia del jazz y la música en general.

El lado A arranca con un acorde sostenido de órgano que le hace colchón a una delicada y fugaz melodía de guitarra. Shhh/peaceful enseguida toma cuerpo, en un groove conjunto donde la base rítmica lleva un pulso armónico sostenido por bajo y bateria sobre el cual, guitarra, teclados y órgano van dibujando texturas para esperar el primer solo de Miles Davis y los acompañamientos de Wayne Shorter. Luego del primer solo y un breve encuentro intimo entre pianos y guitarra, se retoma la base rítmica completa donde siguen dibujandose texturas melódicas sobre bajo y bateria para esperar la aparición del saxo de Wayne Shorter. Después de una breve pausa volvemos al inicio, arranca el acorde sostenido del órgano y da paso al groove en conjunto, que recibe una vez más el solo de Miles Davis y cierra el ciclo después de un ritmo atmosférico dibujado con acordes de piano, órgano y muy sutiles notas de la guitarra.

El lado B lleva la pieza que titula el disco In a silent way, compuesta por Joe Zawinul. Una atmósfera cálida introduce el tema con un solo melódico de John McLaughlin que es matizado con notas sublimes de piano, Wayne Shorter repite exactamente la misma melodía en el saxo y se encuentra en el camino con la trompeta de Miles quien cierra el circulo dentro de la misma atmósfera. Al terminar la sublime intro de  In a silent way,  entra abruptamente un groove enérgico impulsado por la base rítmica, que rápidamente incorpora un solo de trompeta, seguidos de una pausa donde dialogan pianos bajo y batería para recibir un solo de guitarra por McLaughlin. El orden sigue similar al de la introducción, retoma el volante Wayne Shorter en el saxo luego de la intervención de la guitarra, para incorporarse más adelante la trompeta de Miles Davis impulsando el tema It's About that time a su climax. Como en la cara A del disco, el tema finaliza con el intro, retomando In a silent way, para despedir esta obra maravillosa, que sería determinante en el futuro de la música.




Play: 10 uppercuts de Miles Davis Volumen II


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