jueves, 4 de octubre de 2018

Dj Rata: Groove caraqueño en Brooklyn

Dj Rata, a.k.a Javier Roa, es un coleccionista, melómano y dj venezolano con más de diez años radicado en la ciudad de Nueva York, donde difunde la música caribeña en distintos bares y fiestas latinas. Rata, como es conocido en Caracas por su nombre de batalla, pertenece a esa generación de cambio de siglo, influenciados por la vieja escuela y todas las nuevas tendencias que comenzaron a generarse a finales del siglo XX y comienzos del XXI.


Por: Marcel Márquez


Su debut ante unos tocadiscos fue por la puerta grande de la historia underground, en una fiesta apocalíptica de año nuevo inaugurando el siglo XXI, rodeado de los soundsystems más radicales de la escena teknival europea y respirando la estela de arte anarkista que dejaban propuestas de la época, como la de Mutoid Waste Company.

Luego, sus pasantías poniendo a rodar viniles fueron con el colectivo Simpl3, esa propuesta de  inicios del 2000 que regaló a Caracas la esencia del jungle y ese espíritu británico del gueto, donde se fusionaba la electrónica con los ritmos jamaiquinos. Cuando era el turno de Rata, la pista de baile daba un giro de tuercas, se caribeñizaba con ska, salsa y bugalú, para darle una identidad caraqueña total a la rumba.

Recuerdo que durante algún tiempo cambiamos muchos viniles, yo le suministraba ska two tone de ediciones nacionales y él siempre me impresionaba con joyas de drum and bass británicas a las que yo, para aquel entonces, no tenía ningún tipo de acceso en formato vinil. Conservo con especial afecto una edición de Roni Size (Reprezant) resultado de aquellos intercambios.

De Caracas a la Europa de los teknivals, de regreso a las pistas de Simpl3, de ahí a fiestas de la Fania en Nueva York. Que sea el mismo Rata quien nos eche su cuento.



¿Cuál fue la última canción que escuchaste hoy y en qué formato?

Lo nuevo de Natty Bo, el álbum se llama Get on board y el tema fue "Knocking". Muy bueno ese proyecto de Natty Bo,  recrea toda esa onda de los años 50 de Rhythm & Blues antes de que el rock and roll existiera como tal. Lo escuché en Spotify.

Bambú me contó que una vez en un teknival en Europa, después de muchas horas de gabber y tekno extremo, te aventuraste con unos discos de salsa, ¿te acuerdas qué tocaste?


(Risas) Fue un teknival en Barcelona, una fiesta de fin de año del 2000 o 2001. Increíble, muchos soundsystems. Hubo un show de pirotecnia a lo Mad Max de los panas de Mutoid que eran bien famosos en esa época y mucho antes. Eran ingleses que tenían su taller de arte en Italia. Donde Bambú y yo vivimos había obras de ellos abandonadas: el esqueleto de un helicóptero pintado de cebra y uno que otro carro Mad Max.

En esa época me había llevado de Venezuela una pequeña parte de mis discos (ska, reggae y salsa). Llegué a Barcelona desde Italia, en una van con otros panas; atravesamos Francia hasta España robando gasolina de tractores en la ruta que veíamos pagando. Todo eso era nuevo para mí, era una locura y todavía lo veo muy loco. Esa fiesta en Barcelona fue la primera vez que los panas del soundsystem con el que yo estaba viajando me dijeron que pusiera música. Fue como a las 5 o 6 de la tarde del primero de enero y fue muy bien recibido mi set, sobre todo el ska. Esa fiesta duró como siete días y fue 100% ocupada por todos los soundsystems en una zona industrial de Barcelona.

¿Cómo llegaste a Europa en aquella época por primera vez?

Obviamente te acuerdas de Kat y de todos los punkis italianos que estuvieron rumbeando entre raves y Sabana Grande. La segunda vez que esos panas llegaron a Caracas me hice muy amigo de un par de ellos, Billy y Consuelo. Bambú, por su lado, se hizo pana de Natalia. Esa segunda vez que vinieron se quedaron como dos meses en Caracas y vacilamos mucho con ellos. Cuando se regresaron a Italia Bambú quedó enamorado de Natalia y yo me quedé con las ganas de joder, viajar, experimentar y conocer algo nuevo, entonces decidimos irnos para allá y coincidir con ellos en Italia.

Llegué en verano, época cuando en el norte de Italia (a donde fui) está mas desolado. La gente se va al sur buscando la playa y la ciudad de Milán queda completamente vacía, muy aburrida. Al segundo día me conseguí con Bambú que ya tenía como un mes allá y un tipo que vivía en el squad donde vivía Natalia nos invitó a viajar en su camión para Francia a un teknival. Fue increíble, tres días hasta que llegó la policía por helicóptero y por tierra a desalojar a todo el mundo, la rumba era en un terreno ocupado.

¿Viviste en muchos squads?

Solamente viví en ese en Italia, donde también vivían Kat, Natalia, gente de la Olstad Soundsystem, Spiral Tribe y Okupe. Era un terreno bastante grande a las afueras de la ciudad de Milán, pero al mismo tiempo bastante cerca. Era como una granja abandonada, Kat tenía dos caballos y un pony. Era un squad más tekno y rave, después había otro que se llamaba Caccina Bestia que era más punk, donde vivían Billy y Consuelo.

¿En qué países fuiste a teknivals en esa época?

En Italia a muchos, Francia, España y Portugal

¿Crees que en Caracas se entendió el espíritu teknival?

Difícil pregunta. Hubo un momento que sí, porque se invitaban distintos crews para que tocaran en las mismas fiestas. Igual nuestra escena estaba en pañales y era bastante pequeña, los europeos llevaban haciendo eso por años, muy difícil compararnos.



¿Dónde fue la primera fiesta del colectivo Simpl3 y cómo se les ocurre?

Soy segunda generación de Simpl3, llegué al colectivo en el 2002 y ellos venían trabajando desde hace un par de años antes. No fui a la primera, pero si no me equivoco la hicieron el mismo día que hubo un rave en el Country Club y lo allanó la policía. Igual esa pregunta pueden responderlas mejor Alex, Wyz, Junior y Simón, que fueron fundadores.

¿Comenzaste a mezclar con Simpl3 o ya mezclabas desde antes?

Comencé en Italia y en Caracas con Simpl3, pero Simpl3 fue mi inspiración y mi influencia. Siempre me gustó la música, pero nunca aprendí a tocar un instrumento, así que escogí los discos. Ya había estado como público en fiestas de Simpl3 antes de ir a Europa y dije "Esto es lo que quiero hacer".

¿Te sentías el raro del colectivo por el género que mezclabas?

(Risas) No, para nada, me parecía brutal que integraran a alguien que tocara ska y reggae, tenía sentido. Es parte del estilo junglist de Inglaterra, que era la principal influencia del colectivo. Música jamaiquina y drum & bass van de la mano.

¿Qué te conquistó primero el ska, el punk o la salsa?

(Risas) Tú mismo te respondiste la pregunta, en ese orden. El ska fue el género que abrió todas las puertas de todos los demás géneros para mí.



¿Cuándo comienzas a coleccionar viniles?

En el 2000 comenzaron mis visitas al puente de la Av. Fuerzas Armadas, donde compraba música latina. Posteriormente, compraba cuando estaba fuera de Venezuela o encargaba discos a panas que viajaban al exterior.

¿Cuál fue tu primer vinil?

Nirvana, Nevermind

¿A cuanto asciende tu colección de discos actualmente?


Alrededor de unos 2000 de 7"(45) y 400 de 12" (Lps)

Nombra tres viniles preciados que estuviste esperando durante años y te costó conseguir

*Byron Lee, Bata Cha Cha. Es un disco raro de cha cha cha de Byron Lee.
*Willie Colón, The Hustler, un 7" que aprecio mucho también.
*Skatalites, Ska a la parisienne.






¿Cómo organizas tu set de dj?


Hoy en día que soy tan melómano sencillamente llevo de todo un poco. Normalmente cargo conmigo mis gigs, un case con 200 de 7" (45). A veces también añado 10 Lps cuando toco solo para dejar un disco rodando cuando tengo que ir al baño.

¿Cómo llegas a Nueva York?

Llego despechado y deprimido. Mi plan original era hacer unos cursos de serigrafia que nunca hice porque eran muy caros y no sabía si realmente ese iba a ser mi futuro. En principio me venía con El Hase, dj Castor, pero se me complicó la cosa y llegué un mes después. El Hase ya estaba instalado y me consiguió un trabajo dando clases de natación a través de unas amigas venezolanas. Esa era la época de Myspace y por ahí hice muchos contactos musicales desde Venezuela ante de llegar a Nueva York.




Nómbrame tres tiendas de discos que debería visitar cuando vaya a Nueva York

*A1: Tiene muy buena selección de discos originales de música latina y caribeña (salsa, mambo, calipso, brasilera).
*Human head en Brooklin
*Moodies en el Bronx para reggae

¿Cuál fue el último disco que llegó a tus manos?

Un 7" (45) de Tito Puente con el tema "El rey del timbal", la semana pasada que visité A1.

Tienes amistad con músicos de las bandas de ska como The Slackers y Scofflaws, ¿cómo surgen esos contactos?

De los Scofflaws soy amigo de Victor Rice que vive en Sao Paulo, Mike Drance y Buford O'Sullivan. Los contactos surgen de la escena misma. Victor Rice solía pasar por nuestra fiesta de reggae "Move your Mule" cuando venía de visita a Nueva York, Mike y Buford también. Todos nos conocemos porque somos parte de una misma escena y la rumba. The Slackers son muy buenos amigos, el guitarrista de The Slackers Agent Jay fue mi compañero de apartamento por tres años y la primera persona que contacté para tocar en Nueva York. También es fundador de las fiestas "Move your Mule" y "Crazy Ballheads". 


Dj Rata y Vic Ruggiero (Cantante y tecladista de The Slackers)

¿Cómo fueron esas fiestas de la Fania donde mezclaste y quién fue la flecha para llegar hasta ellos?

Eso fue a través de Sergio, El Hase. Él estaba abriendo su restaurante de perros calientes y hamburguesas Santa Salsa. Conoció a dj Christian Mártir que estaba trabajando con La Fania en ese momento y de ahí nacieron esas fiestas. El pana Cheo, ex Amigos Invisibles y ahora Locobeach, también mezcló en esas fiestas. 

¿Cómo conociste a Joe Batan y qué conversaste con él?

Joe Batan es panísima, él toca todos los veranos en un sitio que se llama Union Pool. Es gratis, ameno, sin tarima ni seguridad, bastante íntimo. No conversamos mucho, siempre hay un montón de gente que quiere tomarse fotos con él. Queda impresionado cada vez que le llevo un disco para que me lo firme, él se imaginará que ya nadie compra esa vaina (risas). Me ha firmado todos los 7"(45) que tengo de él. Muy buena onda. La primera vez que lo conocí hablamos del Palladium y del Mambo, ese día también conocí a Larry Harllow.

Dj Rata y Joe Batan

Dj Rata y Larry Harllow
¿Qué formato de vinil prefieres 7", 10" o 12"?

7" es compacto, suena mejor, pesa menos y es más bonito, pero no discrimino. Un buen álbum es un buen álbum, hace un par de años comencé a coleccionar 78rpm, esos sí suenan mejor que nada cuando están en buen estado. Pero si tengo que escoger me quedo con 7".

¿Anís cartujo, Jägermeister o Jack Daniels?

Anís Cartujo mil veces.

¿Pabellón con baranda o pabellón marino?

Marino, soy medio oriental, viajé mucho a Anzoátegui de chamo.

¿Margarita o Choroní?

Choroní, no voy a Margarita desde que era niño. Mi memoria lo que recuerda es un centro comercial en una isla.

¿A quién deberíamos etiquetar en este post? Alguien que tengas tiempo sin ver y quieras saludar por medio de esta entrevista.

A todos los panas, Alex, Bambú, Ana, Sergio, Alex Figueira, a títiri mundachi.

Bueno, mi pana, hemos llegado al final. Gracias por el tiempo. Encantado de leer esos cuentos y ser el puente para que lleguen a Raquel y todo aquél.

Gracias a tí.

Escucha a Dj Rata aquí



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sábado, 15 de septiembre de 2018

Dj Anacaona: La corte india en los tocadiscos



La artillería estaba pesada, seis cervezas de 473 ml heladas en la nevera y "Un día bonito", de Eddie Palmieri, sonando en los audífonos, empujaron el ímpetu de concretar una idea que orbitaba en mi cabeza desde días atrás: entrevistar a Dj Anacaona. Después de saludarnos, Ana me recordó que era lunes en Alemania, asumí que en Brasil también; intentaba recuperar mi memoria que se había quedado en la noche del sábado, con destellos de la madrugada del domingo. Hay temporadas en las que la vida de un dj transcurre en el borderline del sueño y la vigilia, lo onírico y lo real se fusionan en un estado de lucidez permanente, activador de impulsos creativos. Mientras Ana organizaba su agenda de la semana, me recibió muy hospitalaria en la casilla del chat: "¿Qué más, Marcel? Todo fino por aquí, disfrutando de la ola calorífica que azota las europas. ¿Por allá qué?"

Con los primeros destellos de luz de una mañana tropical entrando por mi ventana, comencé a ponerme al día con Ana. Sacamos la cuenta y la última vez que nos vimos fue hace más de 15 años en Caracas, en el Centro Comercial El Recreo específicamente, desde entonces no hablamos más nunca hasta ese momento. Activadas las alertas de la memoria, comenzaron a surgir los recuerdos de lugares, fiestas y amigos que coincidieron en nuestras vidas. Tierra de nadie, la Plaza de los Museos, Plaza las Américas, los raves, Bambú, Rata, Simpl3, el drum and bass, Julie Delorme y dj Kat, fue un cocktail virtual enteógeno, que nos montó en el delorean caribeño de una generación de finales de siglo.

"¿Te acuerdas de Kat? la jeva esta suiza de Spiral Tribe", soltó Ana cuando yo estaba escribiendo la misma pregunta. La sintonía era total, las puertas de la percepción estaban abiertas al atlántico, viajando de un continente a otro. Dj Kat es una chica que llegó a Caracas en el año 99 o 2000, si mal no recuerdo, con una banda de desadaptados capaces de hacer turismo a las tres de la madrugada en Pintosalina, llevando encima una galería móvil que exponía piercings y tatuajes en cualquier parte del cuerpo que tuviera piel. Kat fue de gran inspiración para todxs a los que nos aburrían las fiestas monotemáticas de eternos sets de house, techno o psychodelic trance. Un set de Kat podía comenzar con dub, pasar a drum and bass, en el medio un set de punk hardcore californiano de los 80, después hip hop gangsta y cerrar con un break core para pararle los pelos a cualquiera. Todo esto mezclado con una pericia impresionante, unas mezclas impecables y con su compañera siempre en el hombro, una rata llamada Lina. Yo decidí ser dj después de ver a Kat mezclando.

Ana vive en Berlín, donde organiza fiestas de salsa brava junto a su partner Dj Lionza. Encontraron un nicho que todavía no estaba cubierto por la comunidad latina, que se estaba enfocando únicamente en la cumbia y el tropical bass, dejando la salsa por fuera. Poco a poco están agrupando una comunidad latina y bohemia de bailadores, que buscan un espacio distinto que los transporte al Caribe por una noche, con mucho ron y mucha música. Que comience la rumba y que Anacaona nos eche su cuento.



¿Corre sangre india por tus venas?

De raíz, por parte de mi mamá. Todo muy mezclado, mi abuela viene de San José de Barlovento, pueblo afrovenezolano. Pero en mi familia abunda el pelo indio.

Vi una hermosa ilustración tuya de María Lionza, ¿cómo entra en tu vida la reina de Sorte?

Todo comenzó con un tatuaje y la necesidad de llevar en mi cuerpo una representación de la cultura venezolana. Escogí a María Lionza por ser una figura que estoy viendo desde muy pequeña. Cuando pasaba por la autopista en Caracas y veía su estatua, le preguntaba a mamá quién era y qué llevaba en las manos. Más adelante, estando mayor, investigué sobre su historia y decidí tatuármela. Desde entonces, la llevo como un amuleto, me la hizo una amiga muy especial que con el pasar del tiempo se convirtió en mi hermana. En mi casa María Lionza tiene su altar y todos los días le pongo flores frescas, ron con agua de coco, ramitas de romero y canela, le prendo sus velitas y le rezo, ella me cuida.

En tus fotos he visto aparecer la imagen de la diosa del panteón hindú Kali, ¿forma parte también de tus influencias?

Si, Kali forma parte de mi ensalada de dogmas. La negra, esa diosa impulsada por la justicia, aparece para destruir todo lo obsoleto, lo negativo, los patrones con carencia de sentido común, para darle paso a todo lo que suma, a lo que evoluciona y crece de manera responsable en armonía con el universo. Kali me acompaña desde hace unos cuantos años.

¿Esta poderosa trinidad de mujeres espirituales y guerreras influyen de qué manera en tus procesos creativos y cotidianos?

Me ayudan a canalizar y darle forma a una versión madura de mi persona. Son las que, de alguna manera, me han inspirado a darle forma a todo lo que hago actualmente, a pensar y aprender, a conectar los pensamientos con la realidad.


¿Recuerdas tu primer contacto con la música?

Claro. Mi padre sentado en frente del tocadiscos cada noche poniendo música al llegar del trabajo. También recuerdo a papá enseñándome a poner los discos.

¿Cuándo fue tu primer contacto con un disco? ¿Recuerdas cuál fue?

Yo nací con mi colección de discos de Los Beatles. Uno de Popy y Timbiriche.

¿Y el primer disco que consideraste tuyo, comprado y escogido por ti?

Nirvana, Nevermind, a los 11 años.

¿Cuáles fueron tus primeras influencias musicales? ¿Que música preferías cuando eras adolescente?

Me encantaba escuchar soul, cualquier cosa de la Motown Records. Las Supremas, Marvin Gaye, The Temptations. Algo que me marcó mucho fue cuando escuché por primera vez Skatalites y The Specials en la radio, fue un descubrimiento brutal. El ska marcó muchísimo mis comienzos con la música, llegó justo en ese momento que empiezas a descubrir y escoger tu música.

¿Cómo era tu entorno musical de entonces, a qué fiestas y conciertos ibas?

Intercolegiales de nuevas bandas, verbenas. Recuerdo que Desorden Público tocaba mucho en estos eventos. Y luego las escapadas con cédulas falsas a Espacio y La República de Rokatanga a ver bandas como Súper Glicerina y Fauna Crepuscular, bandas que ya eran un rollo más alternativo. También me debatía en la tormenta de las fiestas bailables de mis primos mayores, donde se escuchaba Proyecto 1, Jerry Rivera, Lisa M y Diveana. Con mis amigas del colegio éramos las raritas, empezamos a escuchar bandas como Tool, Samashing Pumpkins, Cypress Hill, Portishead, Radiohead y hasta Pantera...

¿Quién o quiénes fueron tus influencias para convertirte en dj?

Primero fue papá. Luego vinieron las fiestas electrónicas, donde realmente empecé a relacionarme y tener contacto con personas que eran djs, con Julie Delorme me derretía viéndola tocar. Yo entre en esa escena al salir del colegio. Y bueno con Gigi, mi otra Lionza, que un día me jaló las orejas y me dijo "Busca los discos de tu papá y vente a tocar conmigo ¿Qué esperas? Tienes muy buen gusto para la música".

¿Qué estilo de música comenzaste a coleccionar y con cuál comenzaste a mezclar?

Salsa. Y sigo ahí, no tiene fin, es interminable. Salsa con vinilos, pero en realidad colecciono música desde pequeña en cds. Tenía dos colecciones de casi todos los de Bob Marley y todos los de Pink Floyd, aún conservo algunos de esa época.



¿Dónde compras los viniles? Te gusta hacer el trabajo casi antropológico de escarbar lotes inmensos de viniles o vas directo a internet?

En realidad me encantaría escarbar un poco más, pero en Alemania es difícil conseguir el género que me interesa. Igual nunca pelo la oportunidad, en cualquier parte del mundo donde esté, de meterme en una tienda de discos y ver que hay, me encanta. Cuando voy de viaje entro a mirar a todos los mercadillos donde vea una caja de discos, uno nunca sabe dónde puede encontrar el disco de su vida.

¿Cuál es tu tienda favorita de discos?

Personal Dealer en Nueva York. Me llevó mi amigo Javier (Rata) y me llevó a otras que eran una gozada. Pero me gusta más el rollo trapicheo.

¿Alguna ceremonia especial para comprar discos?

Llevar plata en los bolsillos e ir lista para encapricharme. 

¿Cual es el disco que te va a acompañar de por vida vayas a donde vayas?

Un disco de Bola de Nieve de mi abuela, y dos discos de Cuban Latin Jazz Sessions que eran de papá y primero de mi abuelo antes de salir de Cuba. Esos tres son patrimonio familiar y los uso en cada set que toco.

¿Crees que hay suficiente participación femenina detrás de los tocadiscos y el coleccionismo de viniles?

Cada vez más, pero se podría abrir un poco más el espectro, pero eso va a suceder como ha ocurrido con la mayoría de los oficios en los que predomina el género masculino. Como tatuadora también lo vivo.

Un top 5 de tus discos favoritos.

1. Pantera - A vulgar Display of Power.
2. Héctor Lavoe - El Sabio.
3. Beastie Boys - Ill Comunication.
4. Skatalites - Ska Foundation.
5. Ray Barreto - El Criollo.

¿Cuáles son las joyas de música venezolana difíciles de conseguir en tu colección?

Gran Sabana, de Miguel Noya; un single de Joselo Díaz; un single de Kiko Mendive con la orquesta casablanca y Federico Betancourt y su combo latino.

¿Un disco para el despecho?

Boleros. Los boleros de Cheo Feliciano son algo exquisito. Pero también me pongo más gótica en estos casos y hay un disco de una banda alemana de Colonia, que son relativamente nuevos, pero con un sonido muy postpunk de los 80. La banda se llama Pink Turns Blue y el disco If Two World Kiss, y los escucho mucho en invierno para entrar en sintonía o quedarme en parálisis permanente.

¿Y un disco para subir los ánimos?

Cinematic Orchestra, every day.



¿Hay algún instrumento que disfrutes con especial atención cuando escuchas música?

Me encantan las congas y bongós, la percusión en general. De los metales, el trombón. Y el vibráfono y el xilófono me hacen vibrar a las alturas.

¿Nómbrame algunas portadas de discos que sean especiales para ti?

Bad Brains/Bad Brains, Pink Floyd/Ummaguma y todas las portadas de Willie Colón y Héctor Lavoe.

¿Cuál fue el último disco que llegó a tus manos?

El single de Anabalina de Las Grecas.

¿Cómo organizas tu set?

Sé con qué empiezo, pero nunca cómo acabo, todo depende de la gente. Cuando mezclo en fiestas pocas veces preparo un set, a menos que sea algo muy específico. Trato de mantener armonía entre los temas, sin perder nunca la variedad, un balance.

¿Ciudades en las que has mezclado y en las que sueñas con tocar un set?

De momento solo he estado en Berlín, tengo apenas dos años mezclando. Técnicamente me falta mucho que aprender, pero ahí voy. A donde me lleven me enrumbo, donde sea que toque con panas y la gente baile.

¿Por donde anda tu investigación en este momento?

Roots. Todo lo que venga de la raíz y tenga influencia en la música afrocaribeña. Por mi descendencia cubana, me gusta conocer mucho sobre el guaguancó, la guaracha y los cantos orishas. Por el lado venezolano, tengo un crush con el sonido y el contenido social de la salsa venezolana, definitivamente creada en la calle, y con un sonido tan pesado que hasta los más grandes han querido imitar. Quiero meterme también en el calipso del Callao, que poco suena por ahí.

¿Un dj y un coleccionista actual en el que tengas puesta tu atención y te interese su trabajo?

Amo a Quantic, me ha inspirado mucho.


Al ritmo de la piel y la tinta de Ana Pantera

¿Cuál es el tatuaje que falta en tu cuerpo?

Tengo los que quiero, pero queda piel. Tengo pendiente un Kitsune de la mitología japonesa, se representa como un zorro al que le van saliendo colas, a medida que va adquiriendo sabiduría, hasta nueve colas.

¿Cual te gustaría hacer y no has hecho?

Tengo 16 años tatuando,  he hecho de todo y probado casi todo lo que he creído que puede funcionar. Pero es ahora mismo cuando he conseguido formar un estilo. Nunca se para de aprender, pero si es verdad que baja el ritmo un poco cuando se llevan muchos años. Me falta tatuar un pene, no el dibujo, sino la parte del cuerpo. He tatuado chochos, pero no penes.

¿Puedes definir tu estilo de tatoo?

Old school tuneado, old school stoner level.

¿Siempre has dibujado?

Si, desde que tengo uso de conciencia.

¿Qué motivos relacionados con la música has tatuado?

Un título de un disco y la oveja negra de Minor treaht; Milo, el muñequito de The Descendents; Celia Cruz, un Frankestein tocando contrabajo...

¿Qué te gusta escuchar cuando tatuas?

De todo, como pille el día. Hoy empecé con Tony Braxton y acabé con Perucho Torcat.



¿Tu playa en Venezuela?

Chichiriviche de la Costa. Desde pequeña fui con mis tíos y primos. Para mí son recuerdos muy lindos, travesuras de niños, tambores en la playa, mis primeras borracheras.

¿Tu lugar preferido en Caracas?

Tierra de nadie a las seis de la tarde en la UCV, con el escándalo de las guacamayas.

¿Tu fiesta inolvidable en Caracas?

Unity. A Patanemo no me dejaron ir.

¿Cuba libre o Mojito?

Ron puro con hielo. Al ron no lo debe tocar la coca-cola ni nada.

¿Empanada de cazón o guacuco?

Aaaahhh, me estas rompiendo el corazón, chamo. Cazón, hoy justamente me estaba acordando del pastel de chucho que hacía mamá.

¿Cómo se dice cazón en alemán?

Ni idea, hoy hablaba de eso porque quería mostrar de qué era el pastel que hacía mamá

¿A quién deberíamos etiquetar en este post? ¿Alguien que tengas tiempo sin ver y quieras saludar por medio de esta entrevista?

A Bambú, Miguel Gil, Isabel Rojas y Javier Roa.

Bueno, hemos llegado al final, por ahora...

Coñoooo, fino Marcel, me sorprende el interés y lo agradezco. Me parece una iniciativa muy linda que decidas registrar a este poco de locos que andamos por ahí regados haciendo lo que sea para no perder la identidad y mantener algo lindo de la cultura y de donde venimos.

Así terminó el comienzo de una red de conexiones con toda una generación que vivió el cambio de siglo cerca de mí. Vayan preparando su mejor repertorio porque probablemente algunos de ustedes será el próximo que ayude a reconstruir esos momentos con música y recuerdos. La rumba virtual siguió entrada la mañana del lunes, mi interacción proactiva en distintos posts de Facebook motivó a una amiga a hacer un llamado público: "Por favor, alguien que le dé una manzanilla a Marcel". Yo todavía en el borderline entre sueño y vigilia atendí a su emotiva demostración de afecto y monté una ollita con agua en la hornilla. 




 Escucha a Anacaona aquí







miércoles, 12 de septiembre de 2018


Diez uppercuts de Miles Davis (III)

Texto y mixtape: Marcel Márquez

A mi hijo Matías Márquez



3. Sketches of Spain (1960)


Al momento de concebir Sketches of Spain como proyecto en 1959, Miles Davis ya venía de una sociedad creativa con Gil Evans, con quien años antes había trabajado en dos producciones orquestales dirigidas por el músico canadiense. Una vez más, el trompetista daba un giro creativo a su carrera desconcertando a músicos, críticos y público en  general de la escena del jazz. Estando de gira con su sexteto, llegó a sus manos una grabación del "Concierto de Aranjuez" escrita por el compositor español Joaquin Rodrigo. Luego de escucharla varias veces, no logró sacar la música de su cabeza y compartió su nuevo descubrimiento con Gil Evans. A partir de la obra del compositor español abordaron la nueva producción, profundizando con investigaciones en la biblioteca sobre música española y tomando también extractos de la obra de Manuel de Falla para ser rescrita y reinterpretada.

El Concierto de Aranjuez es una obra clásica escrita para guitarra y orquesta, por el compositor Joaquin Rodrigo en el año 1939. Esta pieza se convierte en el motivo principal de inspiración y el punto de partida para Sketche of Spain, llevando la obra a nuevos horizontes en la composición y la dirección. Miles Davis y Gil Evans conformaron una orquesta de más de 20 músicos, en la que los metales y los instrumentos de viento ocuparon la mayor parte de la formación, acompañados de piano, percusión, batería y contrabajo.

Es en este disco donde la presencia de Teo Macero comienza a comprometerse con el resultado final después de la grabación y en el proceso de mezcla. Luego de 15 sesiones y 45 horas de grabación, el productor tardó seis meses editando y ordenando las pistas en el álbum. Con este disco Miles Davis cerraba una década, una trilogía de discos orquestales con Gil Evans y se aventuraba a nuevos rumbos para seguir dando giros creativos importantes a la historia de la música.




2. Kind of Blue (1959)


A comienzos del mes de marzo de 1959, Miles Davis entró a los estudios de grabación de Columbia Records, donde convocó a su última formación conformada por un sexteto, agregando a un nuevo pianista que finalmente grabó un solo tema. El trompetista estaba listo para germinar la semilla de un álbum que cambió la historia del jazz, convirtiéndose en el disco más vendido de su carrera y el más vendido del género por mucho tiempo. Influenciado por el trabajo académico del pianista George Russell, quien publicó un tratado titulado Lydian Chromatic Concept of Tonal Organization, Miles Davis inmediatamente se identificó con su teoría que mostraba alternativas novedosas a la composición y la improvisación. El trompetista siempre inquieto y en la búsqueda constante de lo nuevo, emprendió un viaje musical que lo condujo al jazz modal.

El trompetista siempre jugando con la magia del momento, nunca ensayó ninguna de las piezas que se grabaron y en el estudio entregó a cada uno de sus músicos una hoja con un bosquejo de la idea que tenía en mente. A partir de ese momento surgió la alquimia musical entre Miles Davis (trompeta), John Coltrane (saxofón tenor), Cannonball Adderley (saxofón alto), Bill Evans (piano), Paul Chambers (contrabajo) y Jimmy Cobb (batería). El nuevo pianista que había convocado el trompetista, el jamaiquino Wynton Kelly, alcanzó a grabar solo el tema Freddy Freeloader.

So What es la pieza con que inicia el disco, el piano y el contrabajo abren la introducción al tema, luego de un breve solo de contrabajo se incorpora una batería muy sutil y la trompeta de Miles acompañada por unos suaves acordes de saxo. Luego de una breve nota de Miles en la trompeta, un súbito golpe de platillo divide el umbral entre el intro y el desarrollo del tema que comienza con un solo de Miles Davis. Ese golpe de platillo fue un accidente del baterísta, quien aplicó más intensidad y fuerza a las baquetas, generándole insatisfacción y solicitando repetir la toma. El resto de la banda había quedado realmente satisfecha con el accidente asumiéndolo como una acentuación que le daba empuje a la pieza. El tema sigue con un solo de John Coltrane y luego Cannonball Adderley, para volver a la base rítmica y terminar con Miles de nuevo acompañado por los dos saxos.

Kind of Blue es un disco totalmente acústico, en el que cada sonido ocupa su justo lugar, siendo muy agradable percibir cada instrumento sin mucho esfuerzo, inclusive cuando suenan los tres metales juntos. Cada sonido puede sentirse dentro de una atmósfera muy limpia, un aire muy cálido y muy orgánico. Es un disco para escucharlo con audífonos y sentir hasta el último detalle, pero también para incluirlo al espacio, percibiendo como cada nota y cada melodía va tomando su lugar en el sitio donde se escuche.




1. Round About Midnight (1956)

Un disco que marcó una época de transición importante en la carrera de Miles Davis. A partir de aquel momento firmaba contrato con Columbia Records para despedirse de Prestige, su anterior casa discográfica. Al momento de ser convocado por Columbia, el contrato con Prestige Records seguía vigente, pero lograron llegar a un acuerdo en el que, se comprometían a comenzar a grabar, publicando el material cuando se venciera el contrato con el antiguo sello. Además del cambio a Columbia Miles venía saliendo de unos años llenos de oscuridad a causa de su adicción a la heroína, comenzando una etapa totalmente limpio y revitalizado. Para esta producción formó un quinteto en el que lo acompañaba la otra leyenda del jazz John Coltrane en el saxofón, Red Garland (Piano), Paul Chambers (Bajo) y Philly Joe Jones (Batería).

Round About Midnight conserva el espíritu del jazz de la época, un quinteto acústico ejecutando estándares de jazz, en los que prevalecen el be bop y el hard bop, este último estilo, en pleno desarrollo por el trompetista y los músicos de su entorno. El primer tema es "Round Midnight", original de Thelonius Monk, a quien Miles Davis acompañó en el Newport Jazz Festival de 1955, donde ejecutó un solo fuera de serie, que enseguida captó la atención de los ejecutivos de Columbia que se encontraban entre el público. "Round Midnight" tiene el sonido de una balada clásica de jazz, con una ejecución impecable por parte de cada uno de los músicos y con la trompeta llevando la conducción en un solo, que se lleva casi la mitad del tema, con breves texturas dibujadas por el saxo de Coltrane. Luego del prolongado solo de trompeta, el tema da un giro de 180 grados para recibir el solo de John Coltrane llevando la pieza a un climax inesperado. El disco se compuso de seis temas para su versión original del año 1956, con dos reediciones en el 2001 y 2005, en las que se agregaron bonus tracks que nunca fueron publicados y la versión de "Round Midnight" del Newport Jazz Festival de 1955, interpretada junto a Thelonius Monk.

Aquí termina esta lista mínima que se queda corta, ante la vasta discografía del trompetista legendario que supera los 50 discos en estudio, más otras varias decenas de discos en vivo, box sets y reediciones; sin contar botlegs y discos piratas. Miles Davis murió en su propia ley, de un infarto a los 65 años, discutiendo con unos enfermeros que por órdenes médicas, se disponían a conectarle un tubo respirador para aliviar sus afecciones pulmonares. El 28 de septiembre se cumplen 27 años de su despegue de este plano terrenal, a dimensiones cósmicas donde la música será eterna.




Play aquí: 10 uppercuts de Miles Davis (III)



martes, 4 de septiembre de 2018


Diez uppercuts de Miles Davis (II)

Texto y mixtape: Marcel Márquez

A mi hijo Matías Márquez



5. Bitches Brew (1970)


Solo pasaron siete meses desde que Miles Davis había salido del estudio donde grabó In a Silent Way cuando decidió regresar, convocando a un trabuco de 11 jóvenes músicos. Movido por un impulso creativo, que había germinado en su disco anterior y focalizando las energías en darle un giro radical a la historia del jazz,  abordó la producción de un disco, en el cual el peso de instrumentos eléctricos se convirtieran en la espina dorsal del proceso creativo. Transcurría el año 1969 y el trompetista movido por su intuición buscaba nuevas influencias que alimentaran su obra. La relación amorosa con Betty Davis fue la llave de nuevos portales en la vida del trompetista, conoció el soul, el nacimiento del funk, con Sly and the Family Stone y el rock, géneros musicales que enseguida despertaron el interés del trompetista. Miles se hizo amigo personal del guitarrista Jimi Hendrix,  quien un año antes publicara  su última producción,  Electric Ladyland, celebrada por Miles Davis y despertando gran interés en su proceso de composición y postproducción. Este disco sería un disparador creativo con el que comenzaron a germinar las ideas de Bitches Brew.

La intención del trompetista no era hacer un disco de rock, sino reproducir el espíritu rockero dentro del estudio. Llegar al estudio sin partituras ni ensambles previos para dejarse llevar por la espontaneidad del momento y la improvisación, buscando los resultados finales en un trabajo de posproducción y edición. Los músicos un poco confundidos, seguían las indicaciones de Miles Davis, entregando lo mejor que llevaban a la sala en largas jam sessions, donde el groove colectivo era lo que prevalecía, antes que el protagonismo unipersonal de cada músico. Su principal cómplice en este nuevo terreno de la creación fue el productor Teo Macero, con quien venía trabajando en discos anteriores como Kind of Blue, Sketches of Spain y Porgy and Bess.

El primer día de grabación de Bitches Brew comenzó algo accidentado. Una discusión severa entre Miles Davis y Teo Macero, que casi se va a las manos, por poco frustra la grabación del legendario disco antes de la primera toma, como consecuencia de un capricho excéntrico del gurú de la trompeta. En la biografía del autor Ian Carr, Teo Macero cuenta el episodio: "Tú no eres mi jefe y no voy a soportar más tus estupideces. No me importa un carajo si ella te cae bien o no. Si no puedes llevarte bien con ella no le hables, dirígete a mí". Miles estaba poniendo como condición para comenzar a grabar que despidieran a la secretaria del estudio, situación que convirtió la escena en un caos de insultos y violencia, en donde los músicos se encontraban totalmente desconcertados. "Coge tu puta trompeta, y tus putos músicos y vete, largo de aquí", le dijo el productor desbordado respondiendo a las agresiones del trompetista. Todo el mundo quedó en silencio, petrificados mientras Miles Davis salía del control room tirando la puerta con rabia. Cuando todos pensaban que se marchaba, entró a la sala de grabación, agarró el instrumento y comenzó la magia: "Prendan las máquinas", dijo el productor. Mientras tocaba, Miles Davis y Teo Macero se insultaban y hacían señas con las manos a través del vidrio, el espíritu del rock & roll estaba apoderado del estudio. Cuenta la biografía de Ian Carr que era muy común en Miles Davis durante las grabaciones llevar las situaciones cotidianas al límite, para generar adrenalina y convertirlas en procesos creativos.




Las grabaciones de Bitches Brew se dividieron en tres bloques: el primero fue durante el mes de agosto de 1969 los días 19, 20 y 21; con la participación de los 11 músicos que salen en el disco. Wayne Shorter (saxo soprano), Bennie Maupin (clarinete bajo), Chick Corea, Joe Zawinul y Larry Young los tres en el piano eléctrico, John McLaughlin (guitarra eléctrica), Dave Holland (contrabajo), Hearvey Brooks (bajo eléctrico), Jack de Johnette, Lenny White y Don Alias en las baterías y Juma Santos en la percusión. El segundo bloque de grabaciones se realizaría durante dos días, el mes de noviembre del mismo año, y el tercero entre enero y febrero de 1970. Después de las primeras grabaciones se fueron sumando nuevos músicos que no aparecen en el disco oficial, como Steve Grossman en el saxo, Herbie Hancock al piano, Khalil Balakrishna tocando el sitar, Bihari Sharma en Sitar y tambora, Billy Cobham en la batería y Airto Moreira en la percusión. El disco oficial lanzado por Columbia en 1970 contiene las sesiones de agosto de 1969, el resto de las sesiones están incluidas en una edición especial lanzada en 1998 que contiene cuatro discos y una más reciente edición aniversario que contiene tres discos compactos, un DVD y dos viniles.

La suma de todos los acontecimientos previos, las grabaciones y la reunión de una banda integrada por los mejores músicos de la época, dieron como resultado una obra cumbre en la historia del jazz. Un trabajo que provocó un giro radical, llevando la composición y la producción de un disco a terrenos que nunca antes habían sido explorados por jazzista alguno. La primera edición oficial lanzada en 1970 quedó con seis temas distribuidos en dos discos de vinil, resultado de largas horas de improvisaciones y jam sessions dirigidos por Miles Davis, que luego serían trabajadas en posproducción, formando parte importante del proceso al momento de la edición y la mezcla, en el que se cortaban y separaban instrumentos, para convertirlos en rifs y loops que iban conformando un collage cargado de un groove funk y un pulso muy rock.

El sonido del disco siempre tuvo como eje principal el ritmo constante creado por bajo y batería, sobre el que fueron dibujando trazos polirítmicos la otra batería y la percusión, mientras aparece el tono del clarinete bajo que le va dando atmósferas densas y oscuras, una niebla acolchada que recibe los pianos grooveros de Chick Corea y Joe Zawinul, el saxo de Wayne Shorter y la cereza del pastel, esa trompeta eléctrica cargada de efectos, ecoflex, delays y reverberaciones que convierten el viaje en un paseo metalizado a rincones desconocidos de la conciencia y el espíritu. Durante todo el trayecto se siente esa comunión colectiva de los músicos donde no hay rol protagónico alguno, es un ritual de sonido en conjunto constante que no se detiene, en un momento del tema Bitches Brew se siente un desconcierto por parte de la banda en el minuto siete, en el que pareciera que ya no tienen rumbo cierto y quieren abandonar el viaje. Miles como todo un chamán y guía de la ceremonia suelta un "Keep it like that!" y segundos después convoca a McLaughlin "John!", y el guitarrista entra poseído y el tema vuelve a agarrar un vuelo indetenible.

Bitches Brew cambió la historia de la música, fue uno de los seis giros históricos que Miles Davis le batió en la cara durante aquella cena de los Kennedy awards, a la mujer soberbia que intentó ser irónica con el amo del sarcasmo."No es lo mismo invocar al diablo, que tenerlo de frente prendío en candela", dirían en las calles de Caracas. El disco fue un punto de inflexión en la historia del jazz y a partir de ese año todo cambió, cada uno de aquellos jóvenes músicos impulsados por el maestro seguirían cambiando la historia con bandas maravillosas como Weather Report, de Joe Zawinul; Return to forever, de Chick Corea; Mahavishnu Orchestra, de John McLauglin; The Headhunters, de Herbie Hancock; además de la infinita discografía como solistas de cada uno de los músicos participantes. Sin más palabras para describir este clásico, lo último que puedo recomendar es apagar las luces, prender un incienso y en posición de loto darle play a esta maravilla que nos ha ofrendado el universo a través de la música.

 


4. In a silent way (1969)

Durante los últimos años de la década del sesenta el público de jazz estaba mermando considerablemente, la novedad era otra. El rock, el soul y el funk estaban acaparando la atención de la juventud. Miles Davis se encontraba en una encrucijada, seguir el camino del jazz tradicional en el que una banda totalmente acústica servía como soporte para un solista, o tenía la opción de dar un giro de tuercas a la historia como ya estaba acostumbrado a hacerlo. Obviamente el trompetista se decantó por la segunda opción, la más vanguardista, la más revolucionaria y tal vez la más difícil. Miles de una personalidad bastante fuerte y temperamental nunca fue conformista, el necesitaba ir al ritmo que iba el mundo, a la misma velocidad, y el mundo iba bastante rápido.

Durante esos años el trompetista vivía un frenesí creativo, estaba recién casado con Betty Davis, y él ya pasando los cuarenta años comenzó a verse rodeado por músicos muy jóvenes y talentosos que lo seguían como a un gurú del jazz. Miles ya venía muy interesado en las nuevas propuestas musicales que estaban surgiendo en la época, empezó a congeniar con propuestas de Rock, soul y funk; pero fué su esposa Betty quien reforzó este interés de Davis, presentándole nueva música y personalmente al guitarrista Jimi Hendrix con quien hizo un click creativo de inmediato y una amistad muy cercana. Ambos compartían ideas muy similares en la forma de concebir la música y los procesos creativos en la composición, y Hendrix estaba a la vanguardia en el área de la postproducción, utilizando el estudio como un instrumento musical más. Definitivamente esta posibilidad abrió un nuevo portal en la mente brillante del trompetista.

Era principios de 1969 plena efervescencia de la psicodélia, el mundo estaba agitado, y los Estados Unidos no escapaba de ese torbellino, el país era uno de los protagonistas. Durante el mes de febrero de aquél año, Miles tenía una pauta de grabación en los estudios de Columbia a donde convocó de una manera muy peculiar a algunos de sus músicos. A Miles Davis le gustaba jugar con la adrenalina del momento, siempre con un olfato certero que lo convertía en una especie de brujo adivinador. Resulta que su baterista Tony Williams había escuchado una cinta de un guitarrista inglés que le impresionó bastante, y lo convocó para que viajara desde Londres hasta Nueva York para hacer una audición en los estudios de Columbia con su banda particular, irónicamente fueron rechazados. Una noche antes de la pauta de grabación de In a silent way, Tony Williams presentó a Miles y John McLauglin, el trompetista sin siquiera haberlo escuchado tocar le dijo "Tenemos una grabación mañana, trae tu guitarra". A Joe Zawinul lo contactó la mañana antes de la grabación como compositor, le dijo que llevara algo escrito para tocar y terminó tocando el órgano. Aquella composición de Zawinul se titulaba In a silent way, la cual fue modificada en el estudio y es el intro y el final de la cara B del disco. Por su parte Dave Holland había sido fichado un año antes para Filles de Killimanjaro en unas circunstancias muy parecidas a las de McLaughlin.

Con el trabuco completo Miles Davis (trompeta), Wayne Shorter (saxo soprano), John Maclaughlin (guitarra), Chick Korea (piano eléctrico), Herbie Hancock (piano eléctrico), Joe Zawinul (órgano), Dave Holland (bajo), Tony Williams (bateria) y por su puesto la participación estelar de Teo Macero en los controles de la nave. In a silent way fue el génesis de Bitches Brew y del cambio radical en el sonido de Miles Davis, a partir de aquél 18 de febrero de 1969 cuando entraron a la sala de grabación. Ahí comenzó a cambiar la forma como se concebía una pauta de grabación, la orden era darle play a las máquinas desde que se entraba en el estudio, sin parar ni repetir. Grabar todo lo que ocurriera, aciertos, errores, silencios por muy largos que fueran , discusiones, todo, hasta el momento que se terminara la pauta y se retiraran todos los músicos.

El disco logró como resultado dos maravillosas piezas de 19 minutos aproximadamente, que en un principio llegaron a 9 minutos cada una, y no completaban el tiempo standard de un Long Play. Para solucionar la situación y completar el tiempo requerido, el productor Teo Macero, sugirió trabajar en postproducción alargando los temas con fragmentos del mismo tema, agregados al final de cada lado. Así fue como en un proceso de edición y un empalme quirúrgico en la mezcla, quedaron dos piezas magistrales para la historia del jazz y la música en general.

El lado A arranca con un acorde sostenido de órgano que le hace colchón a una delicada y fugaz melodía de guitarra. Shhh/peaceful enseguida toma cuerpo, en un groove conjunto donde la base rítmica lleva un pulso armónico sostenido por bajo y bateria sobre el cual, guitarra, teclados y órgano van dibujando texturas para esperar el primer solo de Miles Davis y los acompañamientos de Wayne Shorter. Luego del primer solo y un breve encuentro intimo entre pianos y guitarra, se retoma la base rítmica completa donde siguen dibujandose texturas melódicas sobre bajo y bateria para esperar la aparición del saxo de Wayne Shorter. Después de una breve pausa volvemos al inicio, arranca el acorde sostenido del órgano y da paso al groove en conjunto, que recibe una vez más el solo de Miles Davis y cierra el ciclo después de un ritmo atmosférico dibujado con acordes de piano, órgano y muy sutiles notas de la guitarra.

El lado B lleva la pieza que titula el disco In a silent way, compuesta por Joe Zawinul. Una atmósfera cálida introduce el tema con un solo melódico de John McLaughlin que es matizado con notas sublimes de piano, Wayne Shorter repite exactamente la misma melodía en el saxo y se encuentra en el camino con la trompeta de Miles quien cierra el circulo dentro de la misma atmósfera. Al terminar la sublime intro de  In a silent way,  entra abruptamente un groove enérgico impulsado por la base rítmica, que rápidamente incorpora un solo de trompeta, seguidos de una pausa donde dialogan pianos bajo y batería para recibir un solo de guitarra por McLaughlin. El orden sigue similar al de la introducción, retoma el volante Wayne Shorter en el saxo luego de la intervención de la guitarra, para incorporarse más adelante la trompeta de Miles Davis impulsando el tema It's About that time a su climax. Como en la cara A del disco, el tema finaliza con el intro, retomando In a silent way, para despedir esta obra maravillosa, que sería determinante en el futuro de la música.




Play: 10 uppercuts de Miles Davis Volumen II


lunes, 27 de agosto de 2018

Diez uppercuts de Miles Davis (I)



Texto y mixtape: Marcel Márquez

A mi hijo, Matías Márquez

«He cambiado cinco o seis veces la historia de la música», respondió Miles Davis al ser interpelado de manera perniciosa por una dama de la aristocracia norteamericana, quien le preguntó qué estaba haciendo él en una entrega de los Kennedy awards. «Y usted, además de ser blanca y rica, ¿qué méritos ha hecho para estar aquí?» remató, para dejar sin palabras a aquella mujer símbolo de la arrogancia y la ignorancia de la oligarquía que él tanto detestaba. 

Fanático de Jack Johnson y del boxeo, convirtió su propia vida en un cuadrilátero que iba transitando con la destreza y la concentración de un púgil, para acertar en el momento justo los jabs y uppercuts que demandaban su pelea. Durante su vida todo se lo ganó a pulso, ser negro en un mundo controlado por blancos, comenzar muy joven a dar la batalla en un oficio rodeado de vicios y personas oscuras de alma, fueron pocos de los obstáculos que este hombre tuvo que sortear en el ring de la vida para convertirse en una leyenda de la música.

Miles Davis era de un carácter fulminante y temperamental, su ruta hacia el éxito estuvo signada por un camino lleno de excesos en todo sentido; drogas, alcohol, sexo, caprichos materiales, relaciones enfermizas y un cuerpo que intentaba cargar con todo eso, más la responsabilidad de darle un giro a la historia de la música cada diez años. Estos cinco o seis giros que le dio Miles a la música pueden dividirse de muchas maneras, según la época, las formaciones de las bandas, los estilos, sellos discográficos, la década, en fin; esta ambición de organizar la discografía del trompetista, durante años se ha convertido en un dolor de cabeza para melómanos, coleccionistas, investigadores y periodistas.

De una manera sencilla quiero abrir un portal, principalmente a mi hijo Matías, y también a las personas que no han tenido la oportunidad de disfrutar de la vasta discografía de este músico legendario. En mi opinión estos son los discos esenciales de Miles Davis, para empezar a viajar a través de este universo de ritmos, fraseos y jazz maravilloso.

He decidido comenzar desde los últimos años hacia atrás. Particularmente a mí se me ha hecho mucho más fácil entender el jazz de esta manera, siempre escuchando primero discos a partir de la década del setenta, para luego irme al inicio y las raíces. De la manera inversa se me hace un poco denso el viaje, igual es importante hacerlo de vuelta con el orden cronológico ascendente, para entender los cambios que hubo en el jazz y específicamente en la música del trompetista. Con mucho afecto, dejo para ustedes mis diez discos fundamentales de Miles Davis.


10. Doo-Bop (1992)

Un disco difícil para los puristas del jazz y vitoreado por todos los militantes del avantgarde. El último disco grabado en estudio de su carrera, en el que solo alcanzó a grabar seis temas antes de su prematura muerte. Miles Davis siempre conectado y sincronizado con los cambios que se iban generando en la historia, buscaba transmitir en su nuevo disco lo que estaba sucediendo en la ciudad de Nueva York, componer a partir de los sonidos que entraban por las ventanas de su balcón.

Easy Mo Bee, un joven productor de hip hop, fue seleccionado para grabar y coproducir este álbum de nueve temas, de los cuales tres fueron mezclados luego de la muerte del trompetista, usando tomas que habían quedado fuera de los seis temas grabados. Como era de esperarse, el disco fue descuartizado por los críticos conservadores de jazz, encargados de calificar las producciones del género por aquella época. Sin embargo, Do boop fue ganador del Grammy award como mejor disco instrumental de R & B al año siguiente de su lanzamiento. Fue publicado por el sello discográfico Warner Bros, el 30 de junio de 1992, casi un año después de su muerte, convirtiéndose en el génesis de un estilo particular dentro del hip hop, en el que el Mc Guru se convertiría en pionero lanzando un año después en 1993 su disco Jazzmatazz vol. 1.





9. Aura (1989)

El disco más sobresaliente en la última etapa de Miles Davis, signado por un conjunto de factores que le aportan a la obra una serie de matices excéntricos, que escapan de las influencias pop que marcaron esa época y la inspiración del trompetista durante la década. La composición absoluta de esta obra estuvo a cargo del trompetista danés Palle Mikkelborg, quien con la intención de rendirle un homenaje al músico estadounidense, compuso una obra inspirada en el cromatismo y los colores que irradiaban desde el aura de Miles, quien a mediados de los 80 recibió el Léonie Sonning Music Prize, el más prestigioso de Dinamarca en el ámbito de la música académica, reconociendo a grandes músicos de la historia como Igor Stravinzky en 1959 y Andrés Segovia en 1974, entre muchos otros.

De los 10 tracks que contiene la obra, 9 llevan como título el nombre de los seis colores del espectro visible, los mismos del arco iris; al que también agregó el blanco y una tonalidad de rojo bautizada por el compositor como Red electric. En esta oportunidad la banda estuvo conformada en su mayoría por músicos escandinavos, acompañándolo también uno de sus inseparables y más fieles guitarristas, Jhon Mclaughlin. A lo largo del disco la trompeta de Miles Davis y la banda van viajando por un arcoiris de sonidos, matizando el aura de la obra con un color atmosférico, orquestaciones profundas y ecos que en momentos inesperados se convierten en un funk o un jazz progresivo al que nos acostumbró tanto en la década anterior.






8. Tutu (1986)

Hay un nombre clave en el desarrollo y la producción de este disco. El entonces muy joven bajista Marcus Miller, fichado años antes por Miles Davis para tocar el bajo en su disco “The Man Whit The Horn” del año 81, fue el responsable de los arreglos y la coproducción de más de la mitad de los temas que componen esta obra maestra del jazz contemporáneo. Un disco que responde fielmente a las influencias musicales del momento, el rythm & blues, el funk y el pop. Miles Davis años antes confesaba su admiración por el músico Prince, un sentimiento recíproco que los condujo a planear proyectos en conjunto que lamentablemente no lograron llevarse a cabo, salvo unos encuentros aislados y una sola colaboración lograda enviándose el material por correo.

El disco recibió dos premios Grammy, el primero como mejor interpretación instrumental de jazz, y el segundo fue por la mejor portada, gracias al trabajo de la diseñadora japonesa Eiko Ishioka. Un álbum que conceptualmente reivindica a luchadores afrodescendientes. El título del álbum y el primer track es un homenaje a Desmond Tutu, una arzobispo de Ciudad del Cabo (Sudáfrica), quien recibió el premio Nobel de la paz en 1984, como respuesta a su lucha en contra del apartheid. El tema “Full Nelson” es un funk vigoroso dedicado a Mandela que cierra esta maravillosa creación del jazz contemporáneo. Mi preferida y la que puedo recomendar es “Don’t Lose Your Mind” un dub bastante urbano que, viajando por las aceras de Nueva York llegó hasta el balcón del maestro para entrar en su universo creativo y parir este disco.






7.You’re under arrest (1985)

Para cualquier fanático y estudioso de Miles Davis puede parecer un sacrilegio que yo le de lugar a este disco entre una selección tan cerrada, quitándole su merecido espacio a obras maestras como Birth of Cool, Porgy and Bees, Miles Smiles o Filles de Killimanjaro. La razón es absolutamente personal, por haber sido este disco el que me presentó al trompetista, siendo yo un niño de apenas siete años. Esta caratula apareció en mi casa, como consecuencia del oficio de mi padre, quien reseñaba discos para la prensa de entonces, y todas las semanas llegaba a casa con unos cinco o 10 viniles recién lanzados al mercado.

El disco nunca lo escuché detenidamente, salvo las reproducciones conducidas por mi padre, que llenaban los espacios de la casa con la música de Miles Davis. Mi interés era más por la caratula, una fotografía de un afroamericano con un arma que infundía respeto. Años después descubrí el disco en su totalidad y quien fue testigo de mis primeros pasos delante de los tocadiscos, en un ejercicio de memoria, podría recordar aquella voz de un hombre respondiéndole a un agente de la policía “yo vine de Miami, y este es parte de my religion, y no me diga que me calle” (el policía que responde en francés, era Sting).

Como todos sus trabajos de los ochenta, este es un disco muy vanguardista a nivel de producción. Miles Davis en esta década consigue fusionar su obra artística con la industria musical para llegar a las masas sin convertir el resultado en un producto mediocre, encuentra el equilibrio y pienso que enaltece el trabajo del productor, esa figura dentro de la cadena que volvió indispensable en su carrera desde que trabajo junto Teo Macero en la década anterior, utilizando el estudio como un instrumento complementario a la banda de jazz.

Es un disco conceptualmente muy marcado por la atmósfera pop de la época. Logra una maravillosa versión de “Human Nature”, de Michael Jackson, y otra versión de lujo del tema “Time after time” de Cyndi Lauper, ambas piezas entre los primeros puestos de las radios por aquel entonces. Sin embargo, el disco no deja de arrastrar ese sello experimental y progresivo que traía Miles desde los setenta donde el jazz funk y el jazz rock se convirtieron en una marca indeleble en su obra.





6. A Tribute to Jack Johnson

El 7 de abril de 1970 fueron convocados al estudio el guitarrista John McLaughlin, el baterista Billy Cobham y el bajista Michael Henderson para dar inicio a las grabaciones de un nuevo álbum de Miles Davis. Mientras esperaba que el trompetista llegara al estudio, McLaughlin comenzó a improvisar unos riffs de guitarra y en seguida se le unieron el bajo y la batería. Astutamente los productores invitaron a Herbie Hancok, quien pasaba por las instalaciones a resolver asuntos personales. Le habilitaron un órgano farfisa y se incorporó a ese jam sessión que más adelante se convertiría en un disco de culto. Cuando ya entraban en calor llegó Miles Davis al estudio y observando aquel momento de inspiración y cohesión de sus músicos más el invitados, no esperó ni un segundo, agarró su trompeta y soltó su primer solo para el disco en el tema "Right Off".

A Tribute to Jack Johnson fue concebido como un soundtrack para un documental sobre la vida del boxeador, dirigido por Jimmy Jacobs, producido por el promotor de boxeo Bill Cayton, quien convocó a Miles Davis para crear la música. Este proyecto se convirtió para Miles en un compromiso histórico con la causa afroamericana y el Black Power, que para la época iba ganando cada vez más terreno en la política y la cultura de masas. Sumado a todo esto entre Miles Davis y Jack Johnson existía una notable afinidad en cuanto al estilo de vida, la afición por los autos de carrera, la pasión por ropa distinguida, las mujeres bellas, y la vida excéntrica en general. El boxeador fue un modelo a seguir del trompetista desde su adolescencia.

El espíritu musical del disco estuvo principalmente influenciado por el funk y el rock de la época, para ese entonce Miles Davis se encontraba bastante sumergido entre la música de Sly & the Family Stones, James Brown y Jimi Hendrix, con quien compartió peluquero y una gran amistad, incluso dejando como proyecto pendiente un disco producido entre ambos artistas, interrumpido por la muerte prematura del guitarrista.

El disco está compuesto por dos largos temas que sobrepasan los 25 minutos cada uno, grabados en el estudio y terminados en la sala de edición, gracias al maravilloso trabajo de selección de tomas realizadas por el productor Teo Maceo. "Right Off" arranca con un ataque blues rock, donde John McLaughlin va conduciendo la nave por un buen rato hasta que aparece el maestro entrado el segundo minuto con su primer solo de trompeta, para ir agregando texturas a lo largo del viaje, sobre ritmos llenos de groove y hard rock. "Yesternow" entra mucho más atmosférica, con una línea de bajo que se repite y unos acordes de piano eléctrico y guitarra que dan pinceladas a una trompeta que se va balanceando con calma, hasta que se va incorporando la batería poco a poco. En un movimiento ondulatorio de atmósferas llega hasta la mitad del track donde comienza a engordar el ritmo en un jazz funk robusto, que no da tregua hasta el final de la obra volviendo a las atmósferas a través de unas reminiscencias dub, para recibir una voz que sugiere al boxeador Jack Johnson despidiendonos de esta obra maestra: "I'm Jack Johnson, heavyweight champion of the world. I'm black. They never let me forget it. I'm black all right. I'll never let them forget it."




Play aquí: 10 uppercuts de Miles Davis vol. 1

Parte (II)